Tras su exitoso debut con Las batallas silenciadas , la autora revelación de Edhasa ha regresado a la I Guerra Mundial. Enfermera de profesión y escritora de vocación, Nieves Muñoz explora ahora en las páginas de Las damas de la telaraña la fuerza del vínculo entre las mujeres de principios del siglo XX que se rebelaron contra su destino de maltrato, vejaciones y muerte. Su nuevo libro, presentado en Valladolid y Madrid, y en los festivales de Novela Histórica Ciudad de Úbeda y Novela Histórica Ciudad de Taroconte, ya se postula como regalo navideño infalible para los disfrutones de la histórica, un género en auge que sigue fidelizando lectores.
Literocio
LO: ¿Cómo documentó el escenario histórico?
NM: Libros, ensayos, documentos médicos, recreaciones de vestuario. Si las fuentes son fidedignas, me vale todo. Un personaje muy importante es la Europa de principios de siglo, y las tramas se desarrollan durante un periodo sociopolítico convulso, así que tuve que bucear en temas como los inicios de la salud mental, la forma de vida de las barriadas parisinas, el germen de la religión del vodún, memorizar pasos de ballet o dibujar planos sobre batallas de la I Guerra Mundial.
LO: ¿Qué le regaló París a la historia? ¿Y África?
NM: París fue el hogar de toda una generación rota. Es un gran ejemplo de las luces y las sombras del siglo XX. Desde la opulencia de la feria mundial y la modernidad de la torre Eiffel, sus avenidas lujosas y su riqueza cultural, a la podredumbre de la clase trabajadora y la explotación en las fábricas.
Los movimientos sociales se iniciaron en esa amalgama de contrastes, pero lo que nadie esperaba era que una guerra lo fragmentaría todo y nada volvería a ser lo que era.
París representa esa vieja Europa que, en su esplendor, esconde los trapos más sucios y camina hacia su destrucción. África es la gran desconocida aún hoy. Codiciada, desmembrada y expoliada por las grandes potencias. El choque entre las dos culturas me resulta fascinante y falta mucho por narrar…
LO: Es una novela muy coral. Pero háblenos de ellas, Niní y Claudine…
NM: Eugenié Milloué (Niní) es una niña perdida. Inestable, leal, enamoradiza, entregada, pero sobre todo, alguien que no encuentra su sitio.
Claudine es una fuerza de la naturaleza a la que anclan en la miseria. Brillante, directa, fuerte, una superviviente.
LO: Uno de los temas principales es la salud, en concreto, la salud mental. ¿Por qué?
NM: La salud mental nos provoca sentimientos contradictorios, nos revuelve, y solo han pasado cien años desde la época que describo.
La psiquiatría, con sus diagnósticos y tratamientos, es relativamente reciente, no digamos la psicología, con historias que ponen los pelos de punta. Desde las lobotomías hasta la histeria que se diagnosticaba a las mujeres y se “curaba” con duchas de agua helada. La Historia de la Medicina siempre me ha apasionado, pero apenas ha sido tratada en la literatura, y menos esta faceta. Y a mí me gusta dar voz a quien no la ha tenido.
“Soy dramática en mis historias y eso se consigue gracias a los extremos. Conozco pocas personas tibias. Nos enfadamos, nos enfurecemos, hacemos locuras por amor o por odio, nos vengamos o escalamos puestos por ambición pisando al resto. La literatura es parte de la sociedad en la que vivimos y hablando de novela histórica, cuanto más verosímil respecto a la sociedad, mejor”
LO: Escoja un secundario al que ame, otro al que odie.
NM: Amo a Alain sobre todas las cosas. Un chico de la calle que nunca ha querido ser un héroe, con su luz y su oscuridad, pero tremendamente humano a pesar de ser un desahuciado para la sociedad. Odio al general Lunderdorff sobre todas las cosas porque representa el afán belicista, la supremacía de raza y las maquinaciones de quien dirige la voluntad de otros para sus propios fines. La Historia en mayúscula está repleta de personajes como Lunderdoff y de Alain, pero marcamos como relevantes a los primeros y alabamos poco a los segundos.
ELLAS: REALIDAD TRAS LA FICCIÓN HISTÓRICA
LO: Guy de Maupassant y Pierre Louÿs tienen un peso específico. ¿Por qué? ¿Cuánto hay de realidad en esa ficción?
NM: Los relatos de Guy de Maupassant son muy perturbadores, coincidían con esa pérdida de cordura que quería reflejar en Las damas de la telaraña, con la época y con esa sordidez que buscaba. Así que fue mi elección para entretejer su historia con la de Niní. Y eso es lo único imaginario que existe de su biografía en la novela, lo que tiene que ver con ella. El resto es real. A Pierre Louÿs me costó un poco más encontrarlo. Necesitaba otro autor con una biografía oscura y cuyos escritos tuvieran relación con mi otra protagonista, Claudine. Cuando encontré a este escritor y leí su novela, Afrodita, me dio un vuelco el corazón. Se adaptaba perfectamente a lo que estaba buscando. Su relación con Maricotte y la semblanza de mujeriego, trotamundos y ese aura oscura que le envolvía me terminaron de convencer. Tendemos a romantizar la época de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y la verdad es que fueron unos años controvertidos y de marcada desigualdad social y económica. Estos dos autores son la prueba.
LO: ¿Sus mujeres son fruto más del deseo como autora, de las expectativas de las lectoras, que fieles a la realidad histórica?
NM: No. Las mujeres han sido, son y serán motor de la Historia, aunque no tengan la misma visibilidad que sus compañeros varones en los libros de texto. Las expectativas de las lectoras se deben a una necesidad de conocer nuestra propia participación en la Historia de la humanidad. Saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.
Hemos sido sistemáticamente borradas de la Historia, nos han hecho creer que hemos sido pioneras en siglos más cercanos cuando lo cierto es que las mujeres han sido médicas, empresarias, filósofas… desde el principio de los tiempos.
LO: ¿Qué relación existe entre Las damas de la telaraña y su anterior novela, Las batallas silenciadas?
NM: Que me sirvo de dos personajes secundarios de Las batallas silenciadas para contar otra historia diferente sobre principios del siglo XX. Pero son obras independientes.
LO