Queremos sentirnos mejor. Calma, equilibrio y paz interior, fueron nuestros primeros deseos para el nuevo año. ¿Es mucho pedir? Tal vez no, pero hay que procurarse constantemente las herramientas mínimas, también buenas lecturas. Qué menos que arroparnos un poquito este frío invierno con el libro de Silvia Álava, publicado por Haper Collins, que ofrece algunos consejos orientados a trabajar el bienestar emocional.
Texto y foto portada: Silvia R. Coladas. Foto interior: Pablo Blazquez Domínguez
Vivimos tiempos convulsos en los que la temida ansiedad, la enfermedad del siglo XXI, ha encontrado el caldo de cultivo ideal para asentarse cómodamente en nuestra existencia. Pero no solo este padecimiento, sino otras muchas formas de infelicidad bombardean continuamente al ser humano, haciéndole dudar de la eficacia de la supuesta civilización. ¿Qué es lo que estamos haciendo mal?
Cuando llegó a mis manos ¿Por qué no soy feliz? (Harper Collins) de la doctora en Psicología Clínica y de la Salud Silvia Álava, pensé que se trataría de un trabajo enfocado hacia personas realmente deprimidas, con niveles importantes de sufrimiento que les impidieran llevar una vida más o menos normal. Pero no, estaba equivocada.
Porque cualquiera puede sacarle provecho a este libro ya que la vida es larga y está llena de sinsabores inevitables por muy a gusto que nos encontremos en un momento dado.
Incluso, a veces, no se trata de épocas sino de momentos fugaces, pensamientos esporádicos que hacen tambalear nuestra paz interior ya sea en la familia, en nuestro entorno laboral o en la relación que tenemos con nosotros mismos -harto compleja también- y que, poco a poco, y sin darnos cuenta, van minando nuestra estabilidad mental.
Más que de felicidad, la autora comienza por hablarnos de bienestar emocional, con una terminología muy sencilla y entendible para todo el mundo.
La felicidad la asociamos con la alegría y ese bienestar -algo más profundo y amplio- puede conseguirse con la calma y el equilibrio espiritual y no tiene por qué estar relacionado con dar saltos de júbilo continuamente.
Las redes sociales, muy útiles para infinidad de cosas, no nos han hecho mucho favor en este tema. Publicamos solo una pequeña parte de nuestras vidas, la que queremos proyectar y que no se corresponde con la realidad global, ¡ni mucho menos! Esto puede provocar un estado de frustración continua al comprobar que no se llega al nivel deseado y expuesto por otras personas. En este orden de cosas, Silvia Álava dedica un capítulo a la “comparación social”, algo susceptible de hacer mucho daño y más si le añadimos la filosofía de “si quieres puedes” tan extendida y tan poco realista. ¡Muchas veces se quiere y no se puede! Y no por eso eres un absoluto fracasado, algo, por otro lado, muy español y que, en otros países, no se practica con tanto ahínco. Como decía Winston Churchill, “el éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.
SONRÍE, TIENES UNA MISIÓN
Además, en muchas ocasiones, realmente se carece de la necesidad de medrar, uno está feliz con lo que tiene y no necesita más; pero es cierto que existe una presión social que te obliga a ser el mejor, a salir de tu famosa zona de confort, para alcanzar nuevas metas. ¿Y si no es lo que queremos?
La autora hace un repaso de las distintas emociones, de cómo tenemos que potenciar las agradables para así lograr neutralizar las desagradables (para anular una negativa hacen falta, como mínimo, tres positivas), que, recalca, no son malas pero hay que aprender a gestionarlas. En muchas ocasiones, ¡muchísimas!, el enemigo somos nosotros mismos. ¿Quién no ha sido víctima de la “profecía autocumplida”, cuando estamos convencidos de que algo nos va a salir mal y nos boicoteamos a nosotros mismos por culpa de esa idea inamovible? ¿Y qué me decís de la autodenigración? “Soy un desastre”, “me lo merezco”… ¡Tenemos que ser autocompasivos!
Ratifico la importancia que da a la sonrisa. Como bien dice, “el cerebro es muy fácil de engañar” y “la forma en la que relatas el mundo incide directamente sobre los sentimientos”. Además, gracias a las neuronas espejo, cuando sonríes, te devuelven la sonrisa y no se trata de buena educación, es que es contagiosa a nivel fisiológico. Particularmente, cuando alguien me atiende con una sonrisa, aparte de devolvérsela, le dejo el doble de propina que cuando no lo hace. Así que… sí, ¡funciona y además es rentable!
A veces no se trata de épocas sino de momentos fugaces, pensamientos esporádicos que hacen tambalear nuestra paz interior ya sea en la familia, en nuestro entorno laboral o en la relación que tenemos con nosotros mismos y que, poco a poco y sin darnos cuenta, van minando nuestra estabilidad mental
Otra cuestión importante es la de tener siempre una ilusión, un propósito en la vida, lo que los japoneses llaman “ikigai” y que, según el libro de Héctor García y Francesc Miralles, Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz, es uno de los motivos por los que, en la isla de Okinawa, hay más centenarios que en ningún otro lugar del mundo. En concreto, en “la aldea de los centenarios”, Ogimi, los ancianos están activos hasta el fin de sus días. También, tienen un altísimo sentido de comunidad y se ayudan entre ellos a diario. En este sentido, la doctora Álava también concede una importancia suprema tanto a ese porqué de la existencia, a esa misión que escogemos que puede ser profesional o no, como a la amistad para conseguir el bienestar emocional. Quien crea que puede vivir bien sin amigos, ¡está muy equivocado!
En ¿Por qué no soy feliz?, encontramos estrategias para modificar malos hábitos y conductas que no hacen ningún bien y que tenemos incorporadas a nuestro modo de vida, como por ejemplo la terribilización de lo que nos sucede con palabras como “horrible” y “terrible” -como también recalca Rafael Santandreu en Ser feliz en Alaska– cuando realmente no se trata de una catástrofe ni mucho menos, sino de algo que nos ha pasado y que no nos gusta y que tendemos a magnificar.
Álava también nos propone un saludable descanso digital, aparte de ejercicio y comer sano, y nos descubre una afirmación, que no puede ser más cierta, de la doctora Sherry Turkle: “Tratamos a las máquinas como si fueran humanas y, sin embargo, desarrollamos hábitos que nos hacen tratar a los seres humanos casi como máquinas”. ¿Quién no ha puesto en “pausa” a una persona en medio de una conversación para revisar el teléfono y atender a alguien a quien ni siquiera conoce?
Definitivamente, este es un libro que puede ayudarnos a todos a ser más felices, a tener un mayor equilibrio y paz interiores y conseguir el bienestar emocional, incluso a aquellos que creen que no lo necesitan, a través de pautas que están al alcance de todos.
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