Una de cada cinco películas en Francia es una adaptación literaria. Según un estudio reciente realizado por la revista Livres Hebdo, de 731 películas estrenadas en los cines franceses durante un año, casi el 20% eran adaptaciones. Son datos con los que celebrar que, desde los inicios del cinematógrafo y hasta hoy, la literatura viene siendo un destacado motor del Séptimo Arte, los cineastas no han dejado de hacer suyas las obras literarias que forman parte del imaginario colectivo de los franceses. Por su parte, los lectores-espectadores son tradicionalmente radicales en el juicio de los resultados: odian o aman sin concesiones la transformación de su lectura en celuloide.
Héctor Luesma. Corresponsal en París de Literocio. Foto interior: fotograma de Los Miserables.
George Méliès adoptó y adaptó el universo del escritor Julio Verne en sus películas Viaje a la luna (1902) y Viaje a través de lo imposible (1904), pioneras del cine de ciencia ficción. Tras Julio Verne, llegaron las adaptaciones de las novelas policíacas de Gaston Leroux, Le mystère de la chambre jaune y Le parfum de la dame en noir, dirigidas por Marcel L’Herbier (1930) y Maurice Tourneur (1931) respectivamente, y la primera adaptación de Los tres mosqueteros (L’Etroit mousquetaire) de Alejandro Dumas, dirigida por el americano Max Linder en 1922. Tres años después, en 1925, llegaría la primera adaptación de Les Misérables de Víctor Hugo, que será seguida por al menos una docena más.
La posibilidad de dotar de imágenes a historias que solo residían en la imaginación de los lectores sedujo a guionistas y realizadores, que enseguida quisieron mostrar su particular visión de las novelas clásicas mundialmente conocidas. El conde de Montecristo, Viaje al centro de la Tierra, Nuestra Señora de París, Germinal o Madame Bovary son algunos de estos clásicos de la literatura francesa que más veces han sido adaptados al cine a lo largo de la historia.
Explica el profesor Francis Vanoye en su libro L’adaptation littéraire au cinéma, editado por Armand Colin, que “la adaptación cinematográfica de las obras literarias plantea cuestiones técnicas y estéticas” de tal manera que el director, dentro de su proceso creativo, puede ser fiel al texto original o simplemente basarse en una idea para concebir una obra completamente diferente a la original, y esto ocasionará que, a veces, que el lector-espectador vea la adaptación como un robo o una apropiación indebida de la obra, llegando a sentirse traicionado por el cineasta. Mientras que en otros casos, el lector se sentirá satisfecho por la fidelidad al trabajo original o incluso, sorprendido y orgulloso por la imaginación del cineasta.
EL NEGOCIO NECESITA NOVELAS
De todos los géneros literarios, la novela es la principal fuente de inspiración para los guionistas franceses. Según un estudio realizado por la Sociedad Civil de Editores en Lengua Francesa (SCELF), el 62% de las adaptaciones literarias están basadas en novelas, seguidas de lejos por las de literatura juvenil (12%), el comic (11%), las biografías (7%) y el ensayo (4%). Pero la industria cinematográfica no se conforma con adaptar solo los best seller o las obras galardonadas con prestigiosos premios literarios. Buscan arte y entretenimiento, sí, pero también rentabilidad. Por eso, en ocasiones, el cine se interesa por obras literarias incluso antes de su publicación. Un éxito inmediato, o los derechos de adaptación, que en Francia oscilan entre los 45.000 y los 200.000 euros, pueden ser factores que inclinen la balanza.
Hoy en día, según el Doctor en Filosofía y Letras y profesor de la Escuela Superior de Artes Visuales de La Cambre (Bruselas), “la adaptación cinematográfica es más una necesidad que una elección, tanto artística como económica”. El cine se encuentra en una búsqueda permanente de grandes historias que seduzcan al espectador, que conviertan una película en una obra de arte o en un éxito comercial, y “la adaptación literaria ofrece una gran ventaja: la mayoría de las novelas que se adaptan al cine cuentan con la reacción de la crítica y la acogida de los lectores”, factores que avalan hasta qué punto una historia sorprenderá, seducir, convencer y atrapar al espectador.
Elección o necesidad, inspiración o traición, creación o rentabilidad… cualquier motivo es legítimo para salvaguardar y afianzar el vínculo entre el cine y la literatura.
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