Con prólogo de Luis Alberto de Cuenca, acaba de ver la luz el ensayo ‘Sandman vs. Lucifer. Esperanza en el infierno’ (Archivos Vola) del experto en cultura popular Pedro Angosto.
Por Alberto Ávila Salazar
2 octubre, 2023
Últimamente Angosto parece estar en todas partes. Estudioso, difusor y crítico cultural de cómics, cine, series y literatura, a su incansable actividad en el blog Man of Bronze y sus guiones para el sello norteamericano Big Bang Comics suma la publicación de este nuevo libro que viene a unirse al que ya publicó en el sello sobre superhéroes el pasado año.
– Casi toda tu vida has estado vinculado con los superhéroes norteamericanos, has sido amigo de estrellas como el dibujante Carlos Pacheco. ¿Cuáles son tus mejores y peores experiencias?
– Las mejores, sin duda, las compartidas con personas que he conocido en ese mundillo que ahora, con la normalización de lo friqui –palabra que, personalmente detesto– se ha convertido en el Mundo. Muchos son grandes amigos a los que siento no poder ver más a menudo o seguir en contacto con ellos, todos los artistas con los que he tenido ocasión de colaborar (Carlos Rodríguez, Jorge Santamaría, Luis Lorente, Joan Vives, Pablo Alcalde…) y docenas de otros con los que no he llegado a publicar y a los que he intentado ayudar en la medida de mis conocimientos –sin duda, incompletos–. Haber conseguido publicar una docena de cómics, la mayoría en EEUU: Femforce para AC Comics, Shadowhawk en Image, y mis presentes Whiz Kids, Round Table of America, Knights of Justice y Doctor Weird, más el original Personality Crisis en Big Bang Comics. No puedo dejar de agradecer a Gary Carlson, Chris Ecker y sla oportunidad de trabajar con sus geniales pastiches de personajes Marvel y DC. Gary, con quien más trato, es una excelente persona que también ayudó a encumbrar a multitud de artistas y que sigue creando historias solo por el placer de concebirlas y verlas publicadas. ¿Y las peores experiencias? Los cómics me han traído tantas y tantas buenas cosas que sería ingrato hablar de algo malo. Digamos que es un amargo despertar comprobar que los superhéroes solo existen en las páginas de los cómics. ¡Y en mi cabeza, que diría Alan Moore! Pero con eso es suficiente. Como concluye la película de Flash, hay cosas eternas que el hombre no debe osar cambiar, so pena de que esa obsesión te atrape y te destruya.
– Sandman (de Neil Gaiman y varios dibujantes) es una obra que comienza a editarse a finales de los 80. ¿Qué le sucedió al cómic norteramericano en aquella época?
– Dado lo que ha pasado desde entonces, un milagro. Un milagro económico (los nuevos contratos de DC, que reconocían los royalties a los creadores y atrajeron a muchos autores Marvel) y uno geográfico (el fichaje de los autores británicos, entre los que se encontraba Neil Gaiman).
– Repites que Sandman es una obra maestra ¿Qué hace que lo sea?
– La razón de mi admiración proviene del cambio en mi comprensión de la historia que narra en sus 75 episodios (más precuelas y series derivadas). Sandman es un mito. El Mito de la Caída y Redención, una historia tan vieja como el primer cuento que explica qué somos, de dónde venimos y adónde vamos. Que continúa y concluye los mitos en torno a la figura de Orfeo, en la serie, hijo de Morpheus, Rey de los Sueños y Príncipe de las Historias. Coger a un viejo superhéroe DC –¡un pastiche de Green Hornet!– y desarrollar una serie de culto llena de mito, magia, realismo mágico, fantasía, literatura –shakespeareana sobre todo– y, en última instancia, de revelación es algo que me parece… un milagro. De la única clase que creo que existen: los creativos. Las Musas han inspirado a Gaiman y miles de grandes autores de la humanidad estos relatos, con diferentes formas a través de la historia, pero una misma esencia. Y, en el ensayo, intento mostrar como desentrañar su hermético simbolismo y significado.
Más Sandman, menos Lucifer
– Hay más Sandman que Lucifer en tu libro, ¿cuál es la razón?
– Varias. Una de ellas: que el protagonista es Sandman, Lucifer es un secundario. La otra es que Gaiman, en realidad, usa al propio Sandman como ese “Ángel Caído”, en busca de redención. Lucifer, claro, es su reflejo malvado –el otro es el Corintio–, y fue escribiendo este ensayo original cuando comprendí realmente cuál es la venganza de Lucifer y por qué –como todas las venganzas– le acaba saliendo el tiro por la culata, aunque en el cómic eso no se especifique así.
– Gaiman pertenece a una generación de escritores británicos que empezaron a trabajar con Marvel y DC en los 80. A esta tríada se unen Moore y Morrison. ¿Quiénes te parecen los más interesantes?
– Los tres, cada cual en su campo. Soy devoto absoluto de todo lo de Alan Moore, más aún cuando intentó redimir las oscuras consecuencias que tuvo la falta de comprensión de su Watchmen –otro mito, el mismo mito–, con obras como Supreme, inspirado por los primeros Big Bang Comics. Morrison fue instrumental para recuperar la esencia de la Justice League of America, recuperando el Sense of Wonder de la etapa pre-crisis. Y nos dio genialidades como la Doom Patrol, la mejor serie basada en DC Comics que por desgracia han cancelado tras su cuarta temporada. El caso de Gaiman es singular: ha escrito algunos cómics más, pero se trata de un literato que luego ha reproducido sus hallazgos en novelas como American Gods, Anansi Boys, etc. Esas obras, por supuesto, también se estructuran conforme al mito de la Caída.
– ¿La serie Sandman ha hecho justicia con el cómic?
– Si, absolutamente. Por desgracia, la inmensa mayoría de los personajes del Universo DC en que salió no pueden aparecer por cuestiones de derechos y han sido sustituidos por pastiches o versiones genéricas. Pero la serie no solo adapta magistralmente la historia de los cómics sino que también mejora algunos puntos flacos y refuerza los temas.
– ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
– Ahora mismo estoy atravesando mi particular inferno personal. A buen seguro, Lucifer, sabiendo que en el libro revelo Verdades Absolutas, y doy la clave para escapar a sus asechansas –que cantaban Les Luthiers–, ha lanzado contra mi a todas sus huestes. Como dice Próspero en La tempestad: “El infierno está vacío y todos los demonios están aquí”. Pero Gaiman nos dio la clave: “¿Que poder tiene el infierno si los aquí encerrados no soñasen con el cielo?”. Mientras mantengamos la Esperanza –que no es de este mundo, es el recuerdo del anterior, el Edén platónico del que caímos– no hay nada perdido. Así que, escribiré de esperanza, esta vez en la persona de Estel, más conocido como Aragorn, hijo de Arathor. Preparo un ensayo editado por Martin Simonson sobre el simbolismo hermético y espiritual en las obras de J.R.R. Tolkien para su sello Legendaria. Y quizás un especial de Graphiclassic sobre este mismo autor.