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POSITIVANDO FANTASMAS POR HALLOWEEN

Pérez Campos emplea como hilo conductor de Los Guardianes el extraño caso de Ron DiFrancesco, un superviviente del 11-S que se topó con lo desconocido. Y demuestra que se puede escribir sobre fenómenos paranormales con optimismo a pesar de que pensar en fantasmas nos suele remitir a películas de terror,  leyendas urbanas y escalofriantes programas radiofónicos de madrugada. 

Alberto Ávila Salazar. Fotos: Maica Rivera


No tenemos, en general, una idea particularmente positiva de estas criaturas misteriosas y evasivas que rondan la fina línea entre la realidad y la ficción. Javier Pérez Campos se ha propuesto en Los Guardianes demostrarnos que los espectros pueden ser buenos y que, además, no dudan en ayudar a ciertas personas que se encuentran en riesgo. Para ello ha escrito un libro basado en casos que ha investigado personalmente, sobre los que insinúa que, pese a la disparidad de la fenomenología, pueden tener una causa determinada y compartida.

“Creo que existe este origen común y que nosotros, los seres humanos,  fallamos al intentar al intentar catalogarlos con nuestra mente racional del siglo XXI. Cuando acudes al misterio para estudiarlo desde un punto de vista multidisciplinar (arqueológica, histórico…), ves un denominador común”.

Este factor común es el que levita en las páginas de Los Guardianes:

“Existen estas cosas desde antaño, hay pinturas rupestres que hablan de fantasmas y apariciones; y con el tiempo llegan las religiones monoteístas que nos van entregando un sistema de creencias organizado en el que vamos encorsetando el misterio. La mirada más limpia es la más antigua”.

Pérez Campos está preocupado por este aspecto: “He empezado a estudiar Antropología para llegar a la raíz del misterio”. Una cita de Joseph Campbell es la que abre el libro. “Para mí Campbell es el que hizo el viaje del héroe y estudia el nacimiento del mito. Estudia ese origen común del que hablamos y, para mí, es una declaración de intenciones empezar con él. Campbell hablaba también de los fantasmas que aparecían en cuevas hace miles de años; es un personaje fascinante y hay mucho que aprender de él. Soy un obsesivo con esto”.

Sigue abundando en estas viejas raíces del misterio: “Probablemente sea en la Edad Media cuando lo desconocido se concibe como algo que había que defenestrar, dejar de lado o prohibir. El misterio nos da miedo porque no obedece a los que podemos controlar”.

UN MENSAJE DE OPTIMISMO

Frente al tópico de las apariciones diabólicas o perversas, a Pérez Campos le interesan las apariciones bondadosas: “Me di cuenta que había testigos que me hablaban de apariciones sin rastro de temor alguno, gente que veía el fantasma de su padre a los pies de la cama y narraba la experiencia como pacífica y reveladora. Yo no lo entendía hasta que sufrí el mazazo de perder a un ser querido y reflexioné que no podía dar miedo la visita de una persona a la que quieres y que quizás te esté dando un mensaje de optimismo”.

La mera existencia de los fantasmas hace que nos alivie de la duda de si existe o no una vida de ultratumba: “Yo en el libro intento ser muy aséptico, pero a nivel personal no me cuesta reconocer que existen fuerzas extrañas y que, si uno está atento a las señales, nos ocurren cosas que pueden variar nuestro destino”. En este momento su discurso se vuelve más personal: “A mí me han pasado cosas. Por ejemplo, iba a abandonar periodismo y volverme a Ciudad Real cuando me encontré en Gran Vía con Íker Jiménez y Carmen Porter, que eran los dos periodistas por los que emprendí mi carrera porque me fascinaba su trabajo. Lo interpreté como una señal y gracias a eso estoy ahora mismo donde estoy. ¡Claro que creo en las señales!” Pero son difíciles de interpretar muchas veces: “Valorarlas es difícil, porque hablamos de fuerzas trascendentes que desconocemos y juzgarlas como buenas o malas es un error. Son adjetivos que le otorgamos a una experiencia que vienen de unas fuerzas que no tienen interés en hacernos daño o beneficiarnos. Los guardianes son protectores, pero no está claro por qué ayudan a algunos y a otros no, o por qué moral se rigen. Hay algo que no podemos entender”.

El misterio nos da miedo porque no obedece a los que podemos controlar. Pero me di cuenta de que había testigos que me hablaban de apariciones sin rastro de temor alguno, que veían el fantasma de su padre a los pies de la cama y narraban la experiencia como pacífica y reveladora”

Algunas veces la Ciencia se ha aproximado a estos fenómenos, “pero son esquivos para ella, incluso para nosotros. Llevo ocho años trabajando en Cuarto Milenio, he hecho más de un centenar de reportajes y he de reconocer que las veces que me han pasado cosas que no sepa explicar las puedo contar con los dedos de una mano, pero para mí son suficientes, porque son muy raras, y esta rareza impide que la Ciencia pueda explicar estos fenómenos porque no son reproducibles en laboratorio. Aunque se aproximan con experimentos como el del Casco de Dios, que son unos electrodos que pretenden reproducir la sensación de presencia. En el libro hablo con doctores como José Miguel Gaona y cito a neurólogos como Oliver Sacks que llegan a experimentar apariciones. Y otros como Manuel Martín-Loeches de la Universidad Complutense que es muy escéptico. Esta confrontación me parece interesante”.

Volviendo a los fenómenos extraños, se detiene en sus recuerdos: “De niño yo he vivido una experiencia junto a mi hermano en mi casa familiar de Ciudad Real, a plena luz del día. Vimos una sombra que bajaba por la escalera. Y se trataba de una casa normal, moderna, sin historia detrás ni motivo alguno para sugestionarse. Nos impactó tanto que mi hermano y yo salimos corriendo dejando la puerta de la casa abierta. Mis padres le quitaron hierro al asunto y lo olvidamos, pero con el tiempo creo que esta aparición ha marcado el rumbo de mi vida”.

Y es que el miedo está presente en el ánimo del investigador: “La mejor forma de aproximarse a un asunto paranormal es vivirlo para así plasmarlo al espectador o al lector. Sea en un punto kilométrico determinado de una carretera comarcal o en un bosque en mitad de la noche. Allí claro que he sentido miedo y uno no llega a acostumbrarse”. En cuanto a temas que haya tenido que guardar silencio o no revelar datos, asegura: “Nunca hemos omitido en el programa o en mis libros nada. Jamás me he callado y he hablado siempre con total libertad”.

Los Guardianes es un libro de fenómenos paranormales, pero tiene una voluntad literaria y narrativa. El eje es el caso de Ron DiFrancesco, un escurridizo superviviente del atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, que pudo salir con vida del desastre gracias a una presencia misteriosa y desconocida. No en vano el libro fue lanzado exactamente 18 años después. Y es que las casualidades, los fenómenos extraños y los milagros hay que buscarlos.


LO

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