Bárbara Mingo nació en Santander, en 1978. Pero en Vilnis se coloca en el centro geográfico de Europa, que se encuentra en Lituania. Pensemos con compás, en el año 2019, y vayamos de su mano a la búsqueda de los trazos de la canción de un músico notable que, en determinado momento de su trayectoria creativa, decide transformarse en pintor. Acerquémonos bajo la tutela de la autora a la misteriosa figura de M.K. Čiurlionis.
Frank G. Rubio
Bárbara es fundamentalmente una Mujer-Palabra, un bardo. Fue miembro cofundador de la revista de cine Cabeza borradora y ha publicado dos libros de poesía, buena poesía: De ansia de goznes mi alma está llena y Al acecho. También ha visto la luz su novela por entregas Corazón de crustáceo, así como lo han hecho sus cuentos en diversas antologías y artículos en Letras Libres, La playa de Madrid, M21 y El Estado Mental, de cuya redacción fue miembro. Bárbara, que es, además, crítica musical especializada en Ópera, un alma aguerrida que se mece en el seno de Apolo, acaba de regalarnos este relato documental que es un deleite de los sentidos.
FGR: Vilnis, este libro híbrido, pleno de poesía, sobre Čiurlionis, donde se funden el ensayo y la peripecia personal, tuvo como origen un viaje.
BMC: Hice el viaje a Lituania ya con la idea de escribir el libro. Llevaba tiempo planeándolo, aunque no me lo preparé muy bien. Me refiero en términos intelectuales, de ir recabando datos; tener una idea de fondo durante muchos años sí es estar preparándose. Hay mucha bibliografía sobre Čiurlionis ─aunque no tanta en español─, pero me pareció que si yo podía añadir algo valioso, y sobre todo si quería comprenderlo a él y su obra, tendría que ser a través de la contemplación directa de sus cuadros.
Y luego me puse a escribir y me salió esa mezcla, y preferí no meter mucho la manaza sino permitir que el libro dijese su propia forma. Y ya sólo puedo confiar en que las digresiones del libro, lo que cuento de mí y cómo me pierdo por seguir su senda, iluminen algún detalle de la obra y la vida de Čiurlionis.
FGR: De la música a la pintura, un frenesí…
BMC: Desde pequeño, Čiurlionis, que era hijo de un organista, destacó como músico. Un mecenas le pagó los estudios. Tenía verdadero talento y amaba la música, pero creo que le costó entregarse a la pintura por un sentido muy acusado de la responsabilidad. En todo caso, no habría podido pintar lo que pintó de no haber sido músico también. Quien mejor explica cómo traspuso lo musical a lo pictórico, que es lo más característico de su obra, es Genovaitė Kazokas en su libro Musical Paintings.
Primero lo conocí como músico, y después me enteré de que había sido pintor también. Cuando comencé a conocer sus cuadros, me llamaron la atención las fechas: lo pintó todo, y evolucionó muy rápido, en unos pocos años de su vida, justo antes de morir. Me pareció que ese frenesí ocultaba algo, como si tuviese miedo de no tener tiempo de transmitir algo que había visto y que consideraba muy importante transmitir, o como si quisiera resarcirse del tiempo que no le había podido dedicar antes a la pintura. Como sea, el hecho de que su obra pictórica se concentre en unos pocos años tiene un sentido y afecta a la interpretación de la pintura en sí.
FGR: Una ciudad que es también una onda… Vilnius.
BM: Quizá tendría que haber viajado también a Varsovia o a San Petersburgo, donde estudió y trabajó y donde pasó más tiempo que en Vilnius pero en las que su huella estará más diluida. En Vilnius, me recibió su biznieto, el pianista Rokas Zubovas. Pero para comprenderlo, creo que es mejor viajar a Druskininkai, donde pasó su infancia y donde pasaba los veranos, y que está rodeada de los bosques que aparecen en su pintura. Los cuadros están en Kaunas.
M.K. Čiurlionis, con un temperamento propio de generaciones anteriores, fue un romántico en su manera de relacionarse con el mundo, especialmente por el vínculo emotivo y trascendental que tiene con la naturaleza. Su ansia por reconectar alma humana y naturaleza se aprecia en sus cartas y cuentos, así como el desgarro de sentirse separado de la verdad profunda. Y su influencia fue muy fuerte en la antesala de la Primera Guerra Mundial
FGR: Una época bisagra y un artista romántico.
BM: Puede considerársele romántico en su manera de relacionarse con el mundo, especialmente por el vínculo tan emotivo y trascendental que tiene con la naturaleza. Su ansia por reconectar alma humana y naturaleza se aprecia claramente en sus cartas y cuentos, así como el desgarro de sentirse separado de la verdad profunda del mundo, y tratar de acceder a ella… En esa disposición se ve un temperamento muy romántico, quizá más propio de generaciones anteriores. A la vez, no tuvo ningún problema en incorporarse estilísticamente ─ esto lo odiaría él─ a esa época tan crítica en la que vivió, en la que estaban empezando las vanguardias y que a la vez fue la antesala de la Primera Guerra Mundial. A pesar de que no se reconoce mucho por venir de un país tan chiquitillo que luego fue absorbido por la URSS, y por haber muerto tan joven, su influencia es muy fuerte y consistente; si no se reconoce es porque él ha quedado un poco de refilón en la Historia global del Arte.
FGR: Entre Varsovia y San Petersburgo a la búsqueda del Arte Total.
BM: Las dos ciudades eran entonces centros artísticos muy vivos, en contacto permanente con París mientras se desarrollaban a su aire. Algo que me interesó mucho mientras escribía, y que tuve que dejar de lado sin profundizar porque no quería alargarme, fueron los centenares de revistas de arte que se abrían y se cerraban y donde te enterabas de todo o donde empezabas a publicar. Me di cuenta de que el siglo XX se ha hecho en las revistas y que son su seña distintiva.
TORMENTO Y ÉXTASIS
FGR: El contexto mesmérico y teosófico que alumbró el arte abstracto y precedió la era de las masacres.
BM: Otra cosa que me interesaba mucho y que en el libro está apenas apuntada. Es un libro lleno de pistas sin desarrollar. Ya desde años antes, y en su época, estaba todo el mundo metido en eso, en diferentes grados. Mira Yeats en Irlanda, con quien también comparte el vínculo nacionalista, por cierto. Nació en el año de la fundación de la Sociedad Teosófica. Por supuesto, y si la conoce, uno puede reconocer doctrina hermética en sus cuadros. Se me ocurre que su cuadro Rex, que además es de los últimos, debe de ser tan evidente como eran las catedrales góticas para quienes sabían leerlas. Yo no conozco esas doctrinas y procuro no hablar de lo que no conozco, pero entiendo que hay mucho de eso ahí. Con qué objetivo o qué grado de consciencia por parte de Čiurlionis, no lo sé. Por otro lado, y esto me lo contó su biznieto, para proteger su obra se ha negado siempre que él se hubiese adherido a ninguna doctrina concreta, en parte porque los soviéticos lo habrían marginado aún más. Se puede especular, pero no se puede asegurar. Y, sin embargo, en los cuadros se ve no sólo un mundo sutil, sino también una gran cantidad de símbolos que él debía de conocer, como fuese.
FGR: ¿Quizá una incursión demasiado rápida en los territorios herméticos?
BM: Fui a Lituania pensando que había una relación entre el tipo de cuadros que pintaba (y esa entrega casi de tormento y éxtasis) y su muerte. Por varias razones, me recordaba a Scriabin, aunque creo que eran dos personalidades muy diferentes: más extravertido Scriabin, más introvertido Čiurlionis.
Sabes que se dice que Scriabin murió joven y repentinamente porque se estaba saltando algunos pasos en la iniciación esotérica o revelando secretos, que se estaba pasando de listo.
Me pregunté si a Čiurlionis le habría pasado lo mismo. Luego pensé que no fue eso. Creo que Čiurlionis era más intuitivo que seguidor de una doctrina fija, pero esto es una impresión mía.
FGR: La herencia de Čiurlionis: la viuda.
BM: Sobre Sofija me habló mucho su biznieto. Compartió muy poco tiempo con Čiurlionis; se quedó viuda a los 25 años. Todo lo que hizo ella después es valiosísimo, crucial en la historia de Lituania y merece, desde luego, otro libro. Debió de ser una mujer con una potencia extraordinaria, que trabajó mucho por los derechos de las mujeres, por la educación de los niños, por asentar la lengua lituana. Fue reconocida como Justa entre las Naciones.
FGR: ¿Estás trabajando en algo nuevo ahora?
BM: Estoy con varias cosas empezadas esperando que alguna de ellas demuestre más fuerza. Quiero darte las gracias por hacerme esta entrevista, porque me ha hecho pensar en cosas en las que no había pensado.
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