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‘EUROPA’: DE LA CIENCIA FICCIÓN AL COSTUMBRISMO

Europa fue concebida por David Llorente como una novela de crítica social. Por estas fechas, hace un año, nos auguraba un futuro distópico en el plazo de tres décadas, pero lo cierto es que apenas unos meses más tarde de su publicación ya nos vimos obligados a empezar a convivir con la enfermedad y las mascarillas que estas páginas vislumbraban. Por su valor de anticipación, que trasciende en la dura realidad el concepto más volátil de visionario, Llorente sigue sumando puntos para la consagración de su libro como obra de culto, tras el primer impacto que causó su lanzamiento por la transgresión de géneros y la ética de lo explícito, hermanadas con la estética de David Cronenberga ritmo de Sex Pistols y el hip-hop. Juzguen por ustedes mismos con el dato clave: la entrevista la rescatamos de la primavera pre-pandemia. 

Literocio. Foto: Maica Rivera.


 

LO: El comienzo del fin podría empezar un día desapacible. Llevamos mascarilla en la boca por la niebla tóxica. Vemos a un hombre llorando, arrodillado delante de una tumba de mujer. ¿Por qué nos llevas al cementerio de Carabanchel?
DLL: El protagonista acostumbra a visitar la tumba de su amante. Cree que su muerte no fue un accidente, sino un asesinato. Acude regularmente para alimentar su odio por el hombre que (según él) la mató. El cementerio es el de Carabanchel porque los primeros dos capítulos de la novela se desarrollan en ese barrio, el territorio en el que pasé la mayor parte de mi vida. Cierro los ojos y sé perfectamente por dónde se mueven los personajes.

LO: Retomas a los asesinos en serie y la ciudad de Madrid. ¿Conforma Europa una trilogía con Te quiero porque me das de comer y Madrid: frontera?
DLL: No. Los temas son diferentes. Te quiero porque me das de comer habla de los desastres que causó el auge de la heroína en los barrios, en las pequeñas comunidades y en la vida de las personas.

Una silenciosa masacre de la que mucha gente ni se enteró. Madrid: frontera construye una historia a partir de la desgarradora realidad social que salió a flote durante los años de la anterior crisisEuropa es la constatación de que nuestros pies han tocado fondo. Es, en realidad, un relato optimista: no pudiendo caer más bajo, todo lo que venga tiene que ser mejor. Sí es verdad, sin embargo, que las tres novelas tienen puntos de contacto. En todas hay un propósito innegociable de crítica social. Las tres usan muchísimos personajes para contar la historia. Se desarrollan en Madrid. Mezclan varios géneros…

LO: “Madrid sufre/el dióxido de azufre” escuchamos de banda sonora. ¿Por qué abrir las puertas del infierno en esta ciudad?
DLL: Cada ciudad tiene una puerta que comunica con el infierno. Yo uso Madrid porque soy de Madrid y porque me parece la ciudad más literaria que he conocido. Pero podemos sustituir Madrid por cualquier capital europea y la estética y las ideas de la novela seguirían siendo las mismas.

LO: ¿Por qué te gustan tanto las localizaciones concretas? La estación de Atocha, la Puerta del Sol, las aceras de Marqués de Vadillo, la línea verde del metro madrileño, los pasillos de Núñez de Balboa, un hospital en Lavapiés, el área privilegiada de Arturo Soria…
DLL: Esta novela se construye a partir de varios géneros literarios. Con el relato negro o el relato social no hay ningún problema, pero cuando entramos en la estética gótica o de la ciencia ficción, el lector puede caer en el error de pensar que la historia discurre por los aburridos caminos de lo irreal. Las localizaciones concretas ayudan a poner los pies en la tierra y a darnos cuenta de que el texto habla de nosotros, de hoy y de aquí, independientemente del género narrativo que esté utilizando el autor.

ECOLOGISTA, FEMINISTA Y BELIGERANTE

LO: ¿Cuál es la principal denuncia de Europa?
DLL: Estamos viviendo unos acontecimientos tan terroríficos, que el término denuncia se ha quedado obsoleto. Los autores ya no tenemos que denunciar. Todos vemos lo que está pasando. La novela juzga nuestra civilización, la declara culpable de todos los cargos que se le imputan y la condena, lógicamente, a la extinción o a ser sustituida por una inteligencia más avanzada.

LO: ¿Es una novela ecologista?
DLL: Sí, claro. Las novelas del siglo XXI deben ser ecologistas, feministas, beligerantes y situarse en las desguarnecidas trincheras del contrapoder.

LO: Cuéntanos, qué es eso de la “filosofía de la negación”…
DLL: La toma de conciencia de que todos los esfuerzos del ser humano por solucionar los problemas concernientes a la injustica han sido, son y serán en vano.

LO: Novela negra, ciencia ficción, relato bélico. ¿Qué influencias reconocerías?
DLL: Los apoyos y las inspiraciones hay que ir a buscarlas fuera del género que estás escribiendo. Mientras escribía Europa, sonaban en mi cabeza los gritos de: Agota Kristof (la narración impasible de la extrema violencia), Magdalena Tulli (la clarividencia respecto a los acontecimientos futuros), Katharina Winkler (la violencia machista), Jean Rhys (la poética del paisaje), Foster Wallace (la belleza de lo repugnante), Emil Cioran (el pesimismo luminoso), Cela (el dedo en la llaga), Ismail Kadaré (el poder ancestral de lo legendario), Sven Hassel (el horror del combate)…

LO: ¿Es premeditado que se diluya la voz del protagonista en el devenir de todo? Empiezas en su primera persona, terminas en tercera…
DLL: No es premeditado sino inevitable. El protagonista, al principio (y sin que el lector sepa toda la verdad), es un narrador en primera persona, pero, conforme se van desarrollando los acontecimientos, se transforma en un narrador omnisciente.

LO: ¿Qué más puedes adelantar del protagonista?
DLL: Lo que más me gusta de él es cómo pasa de estar atenazado por el miedo a alcanzar la libertad donde nadie se atrevería.


LO

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