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DONDE HAY QUESO, HAY RATONES

Celebramos que, en este tiempo de cancelaciones y aplazamientos, puede mantenerse la XXXIII edición de la Semana Negra de Gijón, del 3 al 12 de julio según lo previsto pero con formato adaptado a la que se viene denominando “nueva normalidad” (se traslada al Centro de Cultura Antiguo Instituto con feria del libro en la calle Tomás y Valiente). Y qué mejor momento para disfrutar de este libro que llevamos tiempo queriendo recomendar: Los ratones de Dios (Alrevés) de Luis Rendueles, uno de los finalistas del premio Rodolfo Walsh del festival que distinguirá al mejor relato basado en hechos reales.

Texto y foto: Silvia R. Coladas


Cuando cayó en mis manos esta exhaustiva narración que desentraña la investigación del robo del Códice Calixtino del periodista de investigación Luis Rendueles, me entusiasmé. Enseguida me dispuse a leerlo con altas expectativas, por venir de quien venía, por ser la temática más que interesante y, por supuesto, por quedarme el suceso tan cercano en geografía, física y sentimental.

Hacemos memoria. El Calixtinus era, y es, un manuscrito iluminado del siglo XII, considerado la primera guía de viajes del mundo, valorado en un buen puñado de millones de euros, vestigio de la cultura y de la Historia de ese siglo y que, custodiado en la Catedral de Santiago, un buen día de julio de 2011 desapareció del cojín donde reposaba a la temperatura y con el grado de humedad apropiados para que sus páginas de pergamino no se deterioraran.

Recordaba que el caso había sido de película y me tocaba muy de cerca: soy gallega, los facsímiles de códices inundan las estanterías de mi casa familiar, conozco la catedral desde niña y hasta he sido peregrina en dos ocasiones. Aun con todo ello, con la información que memoraba del caso y aun sabiendo el desenlace, jamás me habría imaginado lo que me iba a hacer sentir la lectura de estas páginas.

Os pongo en situación. Rendueles comienza a relatar la historia desde el día en que el Códice se echa en falta y alcanza hasta los últimos coletazos del caso, ya desenmascarado el ladrón y encontrado el susodicho libro. Meticuloso, se ha basado en las investigaciones policiales y judiciales y en entrevistas con los protagonistas del caso que accedieron a hablar, en el marco de un lugar extraordinario como es la Catedral de Santiago, el templo más importante de nuestro país, misterioso y complejo a partes iguales.

Lejos de ser una mera recopilación de datos, fechas y actuaciones, Los ratones de Dios es una obra que consigue convertir al lector en investigador apasionado.

Ya en las primeras páginas comienzas a sentir ansiedad por encontrar el códice, sufres con las dilaciones y las dificultades, te alegras con los avances, adoras a la inspectora Ana y al inspector jefe Antonio Tenorio de los que te ya te consideras compañero, idolatras al juez Vázquez Taín, sientes fascinación por los habitantes de la catedral, tienes ganas de poner entre las cuerdas a los sospechosos y, sí lo confieso, lloras -literalmente- de emoción cuando se consigue encontrar el tesoro.

Los ratones de Dios relata de manera excepcional un hecho histórico que se ha incorporado a la biografía del Códice Calixtino para siempre.

Además Luis Rendueles, con este libro, rinde un merecidísimo homenaje a los hombres y mujeres que lo dieron todo por encontrarlo, personas anónimas para la sociedad que son verdaderos héroes y que, muchas veces, como es el caso, son eclipsadas por los políticos de turno que corren a colgarse la medalla.

Si bien al principio de estas líneas confesaba unas muy altas expectativas en la lectura, ahora en el cierre tengo que valorar haberme quedado corta: corroboro que se trata de una obra emocionante, exquisita en explicaciones sin merma de acción, altamente adictiva y, lo mejor, te deja con una sensación de orgullo hacia las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y con la tranquilidad de saber que el bien siempre acaba triunfando.

Como dice su prologuista y directora de colección, Marta Robles, “la realidad es más atrevida que cualquier fantasía, más imprevisible y más sorprendente…”. Disfrutad de esta realidad contada por Luis Rendueles.


LO

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