Ratones de biblioteca y filmoteca, estamos de enhorabuena. Acaba de ver ver la luz Metraje perdido (Archivos Vola), crónica de un excéntrico viaje del siglo XIX al XX en pos de quimeras cinematográficas, testimonio documental de desastres y negligencias en torno a obras de culto. Y llega la oportunidad de comentar la obra con el autor en la Feria del Libro de Madrid: 10 de junio, caseta 92 de la librería El olor de la lluvia a las 18 h.
Entrevista y fotos: Maica Rivera
MR: Lo primero, ¿qué es el cine invisible? ¿Por qué investigarlo con rigor documental?
AAS: El cine invisible son las películas perdidas, películas que han existido pero de las que no queda rastro alguno de celuloide, o tan sólo pequeños fragmentos que se pueden rastrear por medios documentales. El interés que tiene investigar este tema lo justifica el hecho de que hay películas de auténticos maestros como John Ford, F.W. Murnau, los hermanos Marx, Alfred Hitchcock o Josef von Sternberg, por hacer un brevísimo listado, que ya no se pueden visionar. Investigar tan dramática pérdida cultural merece la pena, sin duda alguna.
MR: ¿Cuáles fueron sus fuentes? ¿Extraoficiales, cuántas? ¿Y referencias exclusivamente digitales?
AAS: Las fuentes son de todo tipo y hay que contrastarlas. En España probablemente no hemos desarrollado un fetichismo o no tenemos un interés tan marcado por este asunto. Sin embargo, en
los países anglosajones o en Francia existe un enorme interés y abundante bibliografía. Me sorprende que Metraje perdido, si no me equivoco, sea la única monografia publicada sobre el tema en español.
La abundancia de información es absolutamente ingente y, a la vez, dudosa. La página web IMDb, posiblemente la enciclopedia digital de cine más grande de acceso público, cuando escribí el libro incluía 2.500 películas con la etiqueta “Lost film”; si bien muchas de ellas no tienen dicha condición, y muchísimas más que no la tienen sí se encuentran efectivamente perdidas. En este caso, las fuentes no son problemáticas por su abundancia, pero sí por lo problemáticas que son. Por poner un ejemplo, la película Ingagi de 1930, que vendría a ser la primera película de “metraje encontrado” a la manera de El proyecto de la bruja de Blair u Holocausto caníbal, no está perdida, pese a que en casi todos los listados que aparecen en la web de películas figura que sí lo está. El último capítulo de Metraje perdido se dedica a las fuentes de una manera más o menos pormenorizada, como referncias digitales recomendaría al que está interesado en el tema la web Silent-ology, The lost media wiki y Lost films.
MR: Presenta la obra como una “crónica de destrucción y olvido”, ¿hay más premeditación y alevosía detrás de los metrajes perdidos que simple negligencia?
AAS: Son muchas las causas por las que se han perdido tantísimas películas, se calcula que el porcentaje ronda el 90% sólo en la época del cine mudo. Incendios, negligencia, guerras, censura política, etc. Pero creo que la razón que citas es quizás la más frecuente. En los primeros años del cine no existía demasiado respeto por parte de las productoras hacia el producto que ellos mismos manufacturaban, así que cuando una película de estreno había pasado por el ciclo de proyección, los estudios no estaban interesados en gastar en almacenaje y el celuloide se solía reciclar. En la época del cine mudo, te puedo poner el ejemplo de Dawson City, una ciudad norteamericana de la región del Yukón, tan alejada de los estudios que preferían que no les devolvieran los filmes para ahorrarse los gastos de transporte. De manera que la ciudad se convirtió en un cementerio de películas.
Rescataría de las fauces del tiempo la ‘Cleopatra’ de Theda Bara, una diva de quien solamente nos quedan cuatro películas y todas ellas de su período de decadencia. A ella está dedicada la cubierta del libro”
MR: ¿Cuánta pérdida de identidad cultural valora en los filmes desaparecidos que trata en el libro?
AAS: Es absolutamente incalculable. Y, de hecho, probablemente, nunca lo sabremos. Son películas que no se pueden ver, y ahí entra en juego la imaginación. ¡Ya sé que es doloroso y casi una paradoja para un amante del cine zambullirse en este mundo de sombras! A pesar de todo hay algo de placer en reconstruir ese universo de imágenes y sonidos extraviados. Podría arrojar cifras y estadísticas, poner encima de la mesa fríos datos matemáticos que traten de delimitar esta pérdida cultural, pero no tiene sentido: cada película es un mundo perdido, independientemente de la calidad que pudiera tener, y todos esos mundos son irrecuperables.
MR: ¿Cuáles son sus “joyas pequeñas y extrañas” favoritas y por qué?
AAS: Uno de los capítulos se titula así porque hago una selección personal de películas perdidas que probablemente no le parezcan relevantes al común de los mortales, pero para mí lo son. Se trata de las rarezas, de las notas a pie de página de la Historia del cine. El libro es breve y tuve que ser extremadamente selectivo a la hora de escoger cineastas y películas, pero no podía omitir clásicos absolutos como London After Midnight de Tod Browning o Cleopatra de J. Gordon Edwards, y tampoco podía omitir maravillosas rarezas como Saved from the Titanic, filmada un mes después del naufragio y protagonizada por una superviviente, ni la mediocre película Alimony que cuenta con la primera aparición delante de las cámaras de Rodolfo Valentino en un papel casi de figurante, un caso similar a White Man, que supuso el debut de Clark Gable. Quería compartir estas pequeñas joyas, y eso hago en el libro.
Tuve que ser extremadamente selectivo a la hora de escoger cineastas y películas, pero no podía omitir clásicos absolutos. Quería compartir estas pequeñas joyas, y eso hago en el libro, que es la primera monografía en castellano sobre la temática”
MR: ¿Cuál de todas es la que más lamenta que haya sido condenada al limbo? ¿Por qué?
AAS: Me resulta imposible escoger, simplemente. Por supuesto que daría lo que fuera por ver London After Midnight, aunque muy probablemente su leyenda sea superior a su calidad, o la enigmática Sinews of the dead, que tiene un argumento muy similar a Las manos de Orlac. O Le tricorne, dirigida por el cineasta español de rancio abolengo D’Abbadie d’Arrast, de la cual Charles Chaplin declaró que era la película más injustamente borrada de los libros de historia del cine… En fin, ya ves que es muy difícil escoger una.
MR: ¿Qué le aporta como cinéfilo el trastear entre películas perdidas? ¿Más curioso que desolado?
AAS: Me aporta mucho. Para empezar se trata de otra Historia del cine o de una Historia alternativa del cine, pero, en este caso, cimentada por las ausencias. Es como un retrato en negativo de una historia muchas veces contada, una versión diferente de lo que siempre se nos ha contado, pero que, a la vez, encaja perfectamente con lo que ya sabíamos. Hay desolación en este viaje, es verdad, pero también hay satisfacciones. Una de ellas son las muchas películas recuperadas. De vez en cuando surgen noticias asombrosas de que en viejos baúles o sótanos aparecen películas. Hablaba hace un momento de la historia de Dawson City, pues bien, en esa ciudad, a finales de los años setenta, un obrero de la construcción encontró enterrada en permafrost una maravillosa colección de cine mudo. Hay un documental sobre el tema, se titula Dawson City: tiempo congelado.
MR: Si tuviera que elegir una, ¿qué preciosa rareza rescataría?
AAS: Difícil pregunta, en el libro cuento que posiblemente cualquiera que viajara en una máquina del tiempo que le llevara a Hollywood en mayo de 1965, pocos minutos antes de que comenzara el incendio de la bóveda de la Metro-Goldwyn-Mayer, rescataría London After Midnight. Pero la cito como un mero ejemplo ya que, al fin y al cabo, es el Santo Grial de los buscadores de cine perdido. En mi caso, y ya que me pides solamente una, tal vez rescataría de las fauces del tiempo la Cleopatra de Theda Bara, una diva de quien solamente nos quedan cuatro películas y todas ellas de su período de decadencia. A ella está dedicada la cubierta del libro.
MR: Conteste su propia pregunta: ¿Qué daría por ver íntegra la filmografía de John Ford?
AAS: No lo sé, soy un tipo muy extraño, seguramente sería capaz de hacer algo muy loco para recuperar su filmografía completa. De momento sólo queda esperar que aparezca en un sótano, perfectamente conservada y catalogada. Cosas más raras han pasado.
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