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SEÑOR, LÍBRANOS DEL MAL

Como estudiante de Criminología, aficionada a la sección de sucesos de los periódicos y amante, desde la tierna infancia, de la novela negra y de terror, me entusiasmé sobremanera cuando cayó en mis manos Las raíces del mal. Y no decepciona. Se trata de uno de los más recientes lanzamientos de Almuzara, firmado por el psiquiatra forense José Cabrera, que se marca en estas páginas un recorrido personal, social, político, histórico y científico con la maldad como epicentro. Al fin, una obra que verdaderamente llama a las cosas por su nombre. 

Texto y fotos: Silvia R. Coladas. Foto portada: Detalle de Rojo de Louboutin de Víctor López-Rúa.


Por supuesto, no se trata de ficción: del jardín del Edén nos expulsaron hace muchos años y la vida no es una balsa de aceite. Este ensayo versa sobre el Mal con mayúsculas, el cotidiano y el extraordinario pero, siempre, el real. Hay todavía quien se sorprende con un cuento y un protagonista malévolo que puede considerar exagerado, pues bien, la realidad es mucho más tenebrosa de lo que podamos llegar a imaginar y tengamos claro que las noticias se hacen eco, tan solo, de una parte de todo lo que sucede: no olvidemos que existe una cifra negra que abarca todos aquellos delitos que nunca llegan a descubrirse por las autoridades, ni a ser denunciados por las víctimas.

Lo primero es asumir que el doctor Cabrera aborda en estas páginas un tema que es tabú en la sociedad, una cuestión que, habitualmente, intentamos echar a un lado, olvidar, o no hablar de ella como si, haciéndolo, consiguiéramos alcanzar la fantasiosa idea de su no existencia. ¿No me creéis? Probad, en una reunión familiar cualquiera, a charlar sobre la muerte, casos cruentos de asesinato o sobre este o aquel violador. Ya veréis cómo enseguida os harán callar con caras de repulsión y rechazo.

Eso que todos conocemos, pero de lo que nadie quiere saber nada en un intento fallido de espantarlo, es la violencia sin sentido, el mal sin motivos, el daño al otro por el puro placer del momento. Esos casos que trastocan nuestro (presunto) estado de bienestar, hacen tambalear el concepto que tenemos del ser humano como tal y como le solemos explicar, cómodamente, a través de la enfermedad mental o el desequilibrio psicológico, son los que el doctor Cabrera repasa con excelente criterio, bien por haber intervenido profesionalmente en ellos a lo largo de su apabullante carrera, bien por ser tristemente conocidos por todos.

Surgen las preguntas enseguida. ¿Hablamos de maldad o de malvados? ¿El bien y el mal son dos fuerzas contrapuestas y una no puede vivir sin la otra, como el yin y el yang? Quien hace daño al prójimo sin causa aparente, ¿tiene un cerebro disfuncional? ¿Existe realmente el mal o es un invento, una creación ficticia? Para poder dar respuesta a todas estas preguntas, el autor comienza analizando el concepto desde las perspectivas etimológica e histórica. Sócrates, por ejemplo, concluía en que el mal era la pura ignorancia, y para Platón, suponía lo imperfecto. Leonardo da Vinci decía que quien no castiga el mal, ordena que se haga, y para Hannah Arendt, los que eligen el famoso “mal menor” olvidan muy rápido que están eligiendo el mal.

Para empezar a investigar sobre las conductas negativas, el doctor Cabrera propone una clasificación previa. Desde un punto de vista individual, con teorías fascinantes como la que defiende que el mal procede de un fallo de las redes neuronales que permiten reconocer al otro como persona, o explicando los trastornos de la personalidad, tan frecuentes hoy en día. Y desde el punto de vista colectivo y social: ¿Sabías que se ha demostrado que, cuando una persona está en grupo, la corteza cerebral prefrontal que se ocupa del control de la voluntad ralentiza su actividad? Las agresiones grupales, los linchamientos… ¿tendrían, entonces, un origen biológico?

LAS TRINCHERAS DEL HORROR

Por último, Cabrera, como buen forense, disecciona el concepto y lo estudia en relación con la políticael poder y el mal se han llevado siempre bien-, los medios de comunicaciónla verdad ha pasado a un segundo plano-, el terrorismo -nos recuerda las palabras de Robespierre calificando el terror como la encarnación de la virtud-, los asesinos, los pederastas, Internet o, incluso, en relación con el arte o las redes sociales, nuevo vehículo de maldad a través de las temidas fake newsTeorías sociológicas, religiosas, fisiológicas… Multitud de hipótesis tratan de explicar exterminios en masa o terribles agresiones individuales en serie.

Descubriremos el proceso de “cosificación” de la víctima que lleva a cabo un sicario para poder dispararle a sangre fría sin ningún remordimiento; su diferencia con los homicidios impulsivos en momentos de arrebato; y, por último, buscaremos la raíz de los que más estupefacción y miedo nos provocan: los que no tienen motivo aparente alguno.

Para explicar estos últimos, nos tranquiliza pensar que detrás de ellos hay un problema psiquiátrico o mental, una explicación racional y científica, pero el experto nos trae a colación cifras que descabalan nuestros deseos: Sólo un 3% de personas con trastornos psiquiátricos severos cometen acciones delictivas” así que el 97% restante, considerado normal, sería el más peligroso. Sorprendidos, ¿verdad?

Las raíces del mal consigue desmontar falsas creencias que llevan siglos campando a sus anchas en nuestra sociedad, nos invita a la reflexión aportando numerosos estudios y puntos de vista desde el principio de los tiempos, y nos proporciona la valiosísima experiencia de su autor en las trincheras del horror que se nos antojan demasiado cercanas, para finalmente emitir su fundamentado veredicto.


LO

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