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SAN VALENTÍN CON VIVIANA FERNÁNDEZ-PICO

Celebramos el 14 de febrero en conversación con Viviana Fernández-Pico. Porque en Sé por qué te miento ahonda en el tema amoroso, en sus múltiples vertientes de felicidad e infelicidad, de pareja y de amistad. Aquí dejamos sus reflexiones sobre la génesis de su nueva novela junto a sus opiniones sobre este concepto universal que trastoca nuestras vidas para hacerlas sublimes o desdichadas.

Texto y foto (interior): Silvia R. Coladas. Foto portada: Cristina Herrero


 

Ésta es una jornada dedicada al amor, a los enamorados y la alegría de amar pero que, a menudo, termina como el rosario de la aurora, poniendo fin a noviazgos e, incluso, aumentando el ya abundante trabajo y el no menos cuantioso peculio de los abogados especializados en divorcios. La tradición, en contra de lo que muchos piensan, comenzó allá por el año 494 dentro del cristianismo y ha llegado a nuestros días evolucionada pero erróneamente considerada como importación americana. ¡Pues no, señores! En este caso, no hemos copiado nada: simplemente hubo un tiempo en que se dejó de celebrar y volvió a retomarse pasados los años, como una fiesta fuertemente popularizada gracias a la publicidad, los medios de comunicación y el sector del comercio. Las cajas de bombones y las rosas rojas las carga el diablo, es verdad, pero por aquí nos encanta reivindicar el festejo de San Valentín, ya sea como exaltación del amor romántico como del amor que se profesa a un amigo, que también es amor, ¡no se me asusten porque lo es!

Hoy, además, contamos con un motivo de interés añadido  porque esta semana ha salido a la venta la última novela de la empresaria y escritora -de éxito, en ambas facetas-, Viviana Fernández-Pico, que nos presenta para la ocasión a la protagonista de su relato, Miriam. Se trata de un personaje tan bien perfilado y de tal profundidad en sentimientos, apetitos y reflexiones, que es fácil acabar dudando de su carácter ficticio por reconocer en ella tantas pasiones, ideas y sufrimientos propios.

SRC: Sé por qué te miento es una vuelta a tus orígenes tras Te dibujaré una armadura. Profundizas en la seducción, las relaciones personales, el amor, la amistad, las luchas de poder, el sexo y las salidas nocturnas por la gran ciudad. ¿Es en estos temas donde te encuentras más cómoda?

VFP: Mi anterior obra Te dibujaré una armadura es autobiográfica, brutalmente sincera y poética, quería mostrar a mi hijo Otto, diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista, tal y como yo le conozco, de alguna manera “presentarlo en sociedad”. Yo necesitaba salir del armario porque tenía un dolor que era como un secreto enquistado muy pesado. Pero me siento mucho más cómoda en la ficción tratando los temas que mencionas, son los que me obsesionan y me divierten. Repensar esos términos tan manoseados y repletos de tópicos como el “amor”, “la amistad”, “lo femenino”, “el éxito” y “el deseo”. Se habla mucho de ellos pero siempre se dice lo mismo.

Mi anterior obra Te dibujaré una armadura es autobiográfica, brutalmente sincera y poética, quería mostrar a mi hijo Otto, diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista, tal y como yo le conozco, de alguna manera “presentarlo en sociedad”, yo necesitaba salir del armario porque tenía un dolor que era como un secreto enquistado muy pesado

SRC: ¿Te atrae más escribir sobre la mente femenina que hacerlo de la masculina?

VFP: Me gusta escribir en primera persona, por la intimidad y la complicidad que se genera con el lector, también me permite expresar los pensamientos más recónditos, me convierte en una actriz-guionista que va protagonizando-narrando su propia historia. Nunca he hecho ese ejercicio desde la mirada y la voz de un hombre. Supongo que me costaría más “entrar en trance” que es el ambiente metal que necesito para meterme de lleno en la piel de la protagonista.

SRC: ¿Qué escritores forman parte de tu particular acervo literario?

VFP: Me enamoré de la prosa de Francisco Umbral muy joven y aún me dura el idilio pero he sido muy promiscua: Vila-Matas, Scott Fitzgerald, Boris Vian, Vargas Llosa, Lucia Berlin… Y de todas las mujeres fatales –personajes– de la literatura que menciono en el libro, precisamente creadas por hombres: Lolita, Anna Karenina y Madame Bovary.

SRC: El ritmo de este diario de Miriam, la protagonista, es trepidante: una montaña rusa de sentimientos, grandes triunfos y verdaderos desastres, ¿sufriste o te divertiste escribiéndolo?

VFP: Sufro y disfruto a partes iguales, en mi narración cubro todos los estados de ánimo. Miriam es hipersensible y, además, propensa al Trastorno Obsesivo Compulsivo, es adicta a la emoción y a los sentimientos, se utiliza a sí misma de cobaya. Su inestabilidad mental, como dice ella, es su gran patrimonio, su herramienta de trabajo.

Yo no soy Miriam pero he de reconocer que a mí también me encanta sentir y experimentar a través de mis personajes.

SRC: Miriam refleja una tenacidad loable al dedicar gran esfuerzo por dejar atrás sus orígenes humildes, de los que ha llegado a sentir vergüenza, y conseguir situarse en un estrato social elevado. Es  una suerte de heroína que navega con el viento en contra. ¿Hay  mensaje sobre la vocación, sobre poder conseguirlo todo a base de trabajo?

VFP: Miriam tiene talento además de empeño y viene de una educación un poco particular. Yo no creo que todos los sueños estén a nuestro alcance, eso es mentira, ni que trabajando duro se pueda conseguir cualquier cosa. No todo es cuestión de voluntad porque no todos partimos de la misma casilla de salida, ni en oportunidades ni en capacidades. Y el factor suerte también es decisivo. Lo interesante en mi historia es la reflexión que ella hace sobre ese nuevo mundo que descubre y cómo se siente y se conduce en él. Ella busca el éxito por otros motivos, no para pertenecer a esa tribu, no para medrar socialmente. Su ambición es más una cuestión de identidad que de avidez económica.

Lo más sano es vivir una especie de profilaxis emocional hasta que llega la persona que de verdad compensa el apego, porque el apego no es gratis ni nos deja indemnes. El amor puede ser un juego muy divertido si no apuestas más de lo que debes. En mi libro, el personaje de Miriam es hipersensible, adicta a la emoción y los sentimientos”

SRC: “No me gustan esos intelectuales que critican sin cesar el sistema capitalista, pero luego no pueden vivir sin sus muebles de diseño, sus coches de lujo y sus smartphones” dice Gilles Lipovetsky. Miriam refleja mucha preocupación por la estética, un deseo de fama y adquisición de objetos de lujo muy capitalista pero siempre basados en el propio esfuerzo. ¿Es una reivindicación de que no es malo el consumismo ni tampoco que una mujer esté pendiente de su aspecto para gustar(se)?

VFP: Decía Oscar Wilde: “Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias”. No veo la contradicción entre cuidar cuerpo y mente a la vez ni disfrutar de lo material y de lo inmaterial. Miriam desprecia la hipocresía y los prejuicios tan convenientes y fotogénicos que a veces fingimos tener. No me parece indigno querer vivir bien, sobre todo, si es gracias a tu propio esfuerzo. Dice Lipovetsky que en la posmodernidad, la forma es parte del contenido, y es así como vive Miriam, y llega a la conclusión de que de tanto simplificar las cosas terminamos por no entender nada.

LUDÓPATAS DEL AMOR

SRC: También la protagonista sufre una constante frustración, necesita sentirse viva, “de subidón”, continuamente. Lo proyecta en sus relaciones con los hombres, que nunca terminan de llenarla. Busca el Amor pero intuye que le va a aburrir. ¿Te has encontrado a muchas mujeres que adoptan este rol hasta que aparece su príncipe azul?

VFP: Sí, he conocido mujeres fatales que, a cierta edad y acompañadas de otros atributos como la inteligencia, me resultan muy inspiradoras. Y creo que es lo más sano, una especie de profilaxis emocional hasta que llega la persona que de verdad compensa el apego, porque el apego no es gratis ni nos deja indemnes. El amor puede ser un juego muy divertido si no apuestas más de lo que debes. En mi libro utilizo el termino “ludópata del amor”.

No existe una felicidad que no sea precaria y eso es parte del encanto: ser conscientes de su volatilidad. Por eso insisto en la importancia de la identidad, de ser alguien, de estar a gusto y satisfechos con quienes somos. Esa felicidad es más duradera que la del amor, la belleza, las cosas materiales o la juventud”

SRC: Percibimos una crítica hacia esas mujeres “de color beis”, perfectas, insulsas, instaladas en sus matrimonios, que por nada del mundo quieren que se destruyan aunque haya de por medio infidelidades por parte de sus maridos. ¿Piensas que todavía hay señoras que soportarían este tipo de traiciones por no alterar su estatus social?

VFP: No lo pienso: lo sé con certeza. Creo que todos lo hemos visto a nuestro alrededor. De ese tipo de relación, lo que me resulta más interesante es plantearnos si realmente hay un verdugo y una víctima o si hay dos verdugos o dos víctimas. Para mí, lo ideal en una pareja es que el poder esté equilibrado o que cambie de manos con cierta frecuencia.

SRC: Abordas la tristeza y el desencanto en la edad adulta que parece salpicarse tan solo de pequeños instantes de felicidad, frente a la juventud, llena de ilusiones y de bendita inmadurez. ¿Responde a tu propia vivencia o recoges un sentir social?

La juventud no es per se mejor que la madurez pero es innegable que de jóvenes pensamos que todo es posible, nos creemos especiales, llamados a hacer grandes cosas; después descubrimos nuestras limitaciones, nuestra mediocridad, nuestra mezquindad. Crecer también es resignarse. A partir de cierta edad, sientes que las cartas ya están repartidas y tienes que hacer lo que puedas. La ilusión de comerte el mundo y de romper todas las reglas se esfuma.

SRC: ¿Existe una felicidad que no sea precaria?

VFP: Yo creo que no, y ese es parte de su encanto: ser conscientes de su volatilidad. Por eso insisto en la importancia de la identidad, de ser alguien, de estar a gusto y satisfechos con quienes somos. Esa felicidad es más duradera que la del amor, la belleza, las cosas materiales o la juventud.

SRC: ¿Existe Miriam o la has construido a base de retazos de distintas mujeres? ¿Tiene mucho o poco de su hacedora?

VFP: Cuando escribo, juego a tener personalidad múltiple, es decir, creo variantes de mí misma con su propia trayectoria vital. Comparto algunas de sus ideas y muchas de sus emociones. Deformo la realidad para verla mejor. Y hay defectos que me atraen mucho, como la pulsión autodestructiva.

SRC: ¿Estás ya pensando en la próxima novela? 

VFP: La verdad es que no. Tengo muchas cosas en la cabeza pero ninguna historia ha echado todavía raíces.

 


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