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PARA LAS UVAS: UNA NOVELA DE TERROR CAÑÍ

Rosemary Thorne nos invita a disfrutar una fantasía con tintes demoníacos en torno a una de nuestras costumbres más populares de Nochevieja. El pacto de las doce uvas (La Biblioteca del Laberinto) nos presenta a tres amigas que brindan para que se cumplan sus más íntimos deseos, ignorando que lo peor que les puede pasar es que el Diablo las escuche. Nos lo cuenta la propia autora.

Frank G. Rubio


Esta novela, con formato de diario, “narra el devenir de tres mujeres en apariencia muy distintas que, por casualidad, se encuentran en una fiesta y enseguida se hacen amigas inseparables, de manera que se reúnen para tomar las tradicionales uvas de Nochevieja con un brindis cuyas consecuencias irán descubriendo aterrorizadas durante los siguientes meses”.

F.G.R.: ¿Quién es Rosemary Thorne?

R.T.: Rosemary Thorne” es uno de mis seudónimos. Con él interactúo cómodamente en espacios artísticos en el extranjero. Albergar una ambición literaria en dos idiomas es algo muy loco y disparatado. Tengo cuentos escritos en inglés que sólo se me ocurrieron con mi imaginación funcionando en inglés. Pensando en castellano llego a otros sucesos. Al ser miembro de la Horror Writer’s Association, tengo constatación constante de esas diferencias. Es un estupendo foro para aprender, colaboro con ellos para expandir el género en Europa. La industria del terror anglosajona es una máquina inmensa: hay un consumo constante que se retroalimenta. Mueve mucho dinero.

F.G.R.: El pacto de las doce uvas es tu primera novela publicada en español. Háblanos,  por favor, de ella, de su naturaleza, génesis, influencias…

R.T.: Para mí supone un gran logro porque me ha llevado 20 años escribirla y me he mantenido fiel a una idea que contenía elementos “políticamente incorrectos”. La demora en la conclusión ha sido causada, por un lado, porque no vivo de la literatura, pero también porque han sido necesarios distintos periodos de gestación.

El acto de la blasfemia, por ejemplo, actúa lento, lleva su tiempo, tiene su cadencia. Hay un shock inmediato, efectivamente, pero luego hay que esperar a que se abra una desembocadura con nuevas posibilidades y significados. En todo caso, ha sido fascinante convertir la Villa de Madrid en el escenario de una historia de amistad, deseo y horror.

En cuanto a las influencias, todos los personajes son españoles, pero reciben ecos de otras culturas a través de los nombres: Johnny Cash, Peter Lorre, Adriano Celentano, etc. El corazón del ángel (1987) de Alan Parker me inspiró a la hora de dinamizar la narración con escenas muy visuales. En una de ellas, extraigo una batalla del Caribe de una típica estampa en La Latina, mezclo el chotis con el candomblé. Roman Polanski es otro director que me ha influido mucho con esa actitud terca suya de proponer la belleza y lo exquisito de las formas ante la locura de este mundo. Por él y por otras razones decidí incluir música clásica aunque no se asocie a Satán.

F.G.R.: ¿Cuál es tu opinión, como escritora de género fantástico, sobre la situación de esta rama de la literatura de ficción en nuestro país y, más allá, en esta primera mitad del siglo XXI?

R.T.: Mi generación del 68 no escribió terror, estábamos un poco forzados a escribir un “misticismo borgiano” que nada tiene que ver con narrativas como la de El exorcista. En los últimos 50 años ha habido dos vertientes en España: una rama académica y una riada gamberra y ‘underground’ desarrollada en fanzines y novelas gráficas. En los últimos años por fin ha surgido una generación más joven que ha tomado fuerza con editoriales independientes. Hay magníficos autores como Alberto Ávila Salazar, Santiago Eximeno y Daria Pietrzak. En mi opinión sería interesante desarrollar un terror auténticamente español equiparable a lo que representan Shirley Jackson, H.P. Lovecraft, Stephen King y Thomas Ligotti en los EE. UU. Yo seguiré analizando qué nos aterra a los españoles, desarrollándolo sin miedo. Sin ir muy lejos, propongo desenterrar el cráneo privilegiado de Leopoldo María Panero y preguntarle.

MAGIA Y BRUJERÍA EN PANDEMIA

F.G.R.: Tu novela involucra una concepción muy particular de lo que se conoce como brujería, magia, demonismo… ¿quieres comentarnos tus ideas sobre esto?

R.T.: Resulta paradójico que aun habiendo abundante literatura sobre magia y brujería en todos los idiomas, sigamos sin saber qué es. Creo que sucede como en el zen, que no “se sabe”, sino que “se practica”. En varios tratados que he leído en inglés recientemente he encontrado que el autor muestra sorpresa ante el hecho de que la magia y la brujería se hagan más populares en tiempos de crisis y pandemias como la actual. Parece que se insinúa que las respuestas que la magia pudiera ofrecer en estas situaciones son oportunistas y falsas. Como experiodista, sé que todas las respuestas de los canales oficiales son también oportunistas y falsas, andamiajes con los que se va salvando el tipo en este viaje de construcción de significado que es la Historia.

Hay crisis porque los sistemas van cambiando de eje, y todos los actores pretenden que el siguiente eje sea el suyo: políticos, científicos y brujos. A mí me interesan las respuestas que la brujería proporciona porque sus raíces se hunden en el tiempo, de cuando dios iba al colegio. En España, el estudio de la brujería se ve constantemente interrumpido por criterios católico-apostólico romanos.

Aun así somos fundamentalmente paganos: soy descendiente de gente del campo de cuatro regiones diferentes que se encontraron en Madrid después de la guerra civil. Para el que lo sepa ver, la religión católica cubre paganismos ibéricos muy peculiares en esta transitada península. Los símbolos son muy claros.

Con respecto al demonismo, concluyo de broma, creo que mis chicas se han encargado de acabar con el asunto hasta el próximo Eón. Ya veremos.

F.G.R.: ¿Qué estás preparando ahora?

Estoy buscando editorial para publicar un estudio en español sobre el Museo del Prado y escribiendo muchísimos cuentos en inglés.


LO

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