magazine

ME PARECIÓ VER UN ESCRITOR EN LA CASA BLANCA

A un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, es un buen momento para repasar algunas obras escritas por los inquilinos de la Casa Blanca. Las autobiografías han dominado tradicionalmente el escenario, pero no faltan incursiones en géneros tan dispares como la zoología y el cuento infantil. En los últimos años, algunos se han atrevido con la novela, un terreno que tradicionalmente solían evitar.

Carlos Molina.


Las inclinaciones literarias de los presidentes de Estados Unidos vienen de muy atrás. John Quincy Adams, el sexto en la sucesión histórica, tradujo a Horacio del latín. Un joven John F. Kennedy llegó a ganar el premio Pulitzer por su libro Perfiles de coraje (1956), en el que repasa historias de algunos congresistas que le sirvieron de inspiración. Más recientemente, Barack Obama pudo pagar parte de sus estudios en Harvard gracias al éxito de su obra autobiográfica Los sueños de mi padre. En ella, el futuro mandatario relata el proceso de aceptación de su propia identidad racial como hijo de un padre africano y una madre blanca estadounidense.

Son muchos los presidentes autores de libros de distinto tipo. A George Washington, además de liderar a las trece colonias en su proceso de independencia y gobernar el nuevo país durante dos legislaturas, se le atribuye una curiosa recopilación de Reglas de urbanidad y comportamiento digno en la compañía y la conversación. El documento, que algunos historiadores consideran perteneciente a otro autor anterior, recoge ciento diez consejos para comportarse con elegancia, muchos de ellos de carácter tan práctico como indiscutible: “Si otros hablan en la mesa sé atento, pero no hables cuando tengas carne en la boca”. En otros, el autor sacaba a relucir una faceta más elevada y poética: “Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña chispa de fuego celestial llamada conciencia”.

El tercer presidente, Thomas Jefferson, escribió su propia versión del Nuevo Testamento (la célebre Biblia de Jefferson). Como buen ilustrado, ordenó cuidadosamente los relatos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan y optó por eliminar los milagros de Jesús. También escribió, dentro de su amplia producción, un Manual de práctica parlamentaria para el uso del Senado de los Estados Unidos, además de un documento para estandarizar las unidades de medida en el país y, por supuesto, gran parte de la mismísima Declaración de Independencia, firmada el 4 de julio de 1776.

Destaca el caso de Theodore Roosevelt, un hombre de personalidad hiperactiva y excesiva que gobernó en Washington de 1901 a 1909. Llegó a publicar diecicocho obras y dirigir la revista The Outlook. Entre sus libros,  aparecen numerosas crónicas históricas, como la monumental The Winning of the West, un conjunto de cuatro tomos sobre la conquista del Oeste y las luchas de los pioneros de su país. Ya como expresidente, se lanzó a una descripción entre aventurera y zoológica de la selva amazónica. En su Through the Brazilian Wilderness, narra un viaje por el río de la Duda (Brasil) que realizó junto a su hijo Kermit y el explorador Cândido Rondon.

El interés de las editoriales norteamericanas por sus políticos es enorme. Hoy día, resulta casi impensable emprender una carrera electoral sin haber publicado al menos un libro que resuma el pensamiento político del candidato, desarrollado siempre a partir unos oportunos episodios autobiográficos. Cuando abandonan el cargo, firman contratos editoriales que provocarían mareos a cualquier autor superventas. Harry S. Truman, presidente entre 1945 y 1953, dejó la Administración en una situación económica más que precaria. Sus negocios no habían funcionado del todo bien y no existían las pensiones vitalicias para expresidentes, pero saneó sus cuentas gracias al formidable éxito de su libro de memorias.

PRIMERAS NOVELAS

Con algunas excepciones, dentro de la categoría de “libros escritos por presidentes”, las autobiografías y los ensayos políticos suman la mayor parte de los títulos. El siglo XXI ha traído como novedad, sin embargo, un curioso interés de los mandatarios por la ficción. En poco más de diez años, varios de los inquilinos de la Casa Blanca se han lanzado a publicar novelas escritas a dos, cuatro o quién sabe si más manos.

El primero en atreverse fue Jimmy Carter (presidente entre 1977 y 1981), quien ya en 1995 había publicado junto a su hija Amy el cuento para niños The Little Baby Snoogle-Fleejer. Rozando los 80 años de edad, lanzó, en 2003, The hornet’s nest, una novela histórica ambientada en la Guerra de la Independencia de su país.

Más recientemente, Bill Clinton se unió al famoso autor de thrillers James Patterson para publicar El presidente ha desaparecido (2018), una intriga política en la que un presidente de Estados Unidos (de nombre Jonathan Duncan) provoca su propia desaparición para, personalmente y en la sombra, tratar de proteger la seguridad de su país frente a una grave amenaza.

Aunque su perfil está bastante lejos de lo intelectual o literario, el actual ocupante del Despacho Oval cuenta con una carrera editorial sorprendentemente prolífica. Entre la autoayuda empresarial y la reflexión política, Donald Trump ha publicado obras con títulos tan explícitos como América lisiada, Cómo hacerse rico y Hora de ponerse duro. Mucho más desconocida es, en cambio, la novela Trump Tower, publicada en 2011. Al parecer, su idea inicial habría sido realizar una serie de televisión, pero el proyecto quedó en un libro firmado junto al escritor Jeffrey Robinson (quien aparece como único autor ya en la segunda edición). La trama entremezcla las historias de varios personajes que desarrollan sus actividades en la emblemática Torre Trump, el rascacielos neoyorquino propiedad del presidente. Catalogada como novela erótica por sus explícitos pasajes sexuales, la reseña que publicó el New York Times la comparaba con Cincuenta sombras de Grey, el fenómeno literario de aquel momento.


LO

¡Comparte este post!