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INMA FLOR: “MUJER CORTEZA SOY YO”

Es una gran contadora de historias. La conocemos como profesional del sector de la comunicación y la cultura en todos los formatos (apasionante recorrido el suyo, que incluye el fanzine), también como escritora de (micror)relatos. Pero ahora, además, descubrimos a Inma Flor, en todo su esplendor, frente a una disciplina artística en la que resulta muy difícil ser auténticamente original. Ella lo consigue, su audacia consiste en integrar las cortezas de los árboles en ejercicios narrativos de belleza y alta expresividad. 

Maica Rivera. Fotografía: Elisa Miralles. Collages (piezas únicas): La escuchaLa rendición de las almas.


MR: Por favor, define con una frase tu proyecto Mujer Corteza.

IF: Mujer corteza es la materialización en formato collage de mis filias y fobias.

MR: Y ahora, con detalle. ¿Cómo son y cómo es la composición de tus collages tridimensionales?

IF: Mis collages son composiciones que aúnan pocos elementos en un mismo espacio visual (papel, cortezas y virutas de árbol), y siempre en tamaño DIN-A4. Por defecto, huyen del horror vacui y del color estridente cual alma que lleva el diablo. Eso no significa que mis piezas sean en blanco (claridad máxima) y negro (claridad nula), ni mucho menos; son un reflejo natural de los colores a los que solemos asociar la tierra o los caminos (marrón, ocre, beige…). Tampoco nosotros somos blanco y negro, sino una escala infinita de grises (o marrones, en mi caso).

Creo en la transposición de la complejidad de las ideas y de las emociones a un formato simple, no ornamentado, y que, sin embargo, no pierde ni un atisbo de su fuerza en el mensaje.

Aquí “mensaje” no debe entenderse como algo dogmático o apologista para quien lo observa, sino como algo catártico para quien lo realiza, léase yo.

MR: ¿Cómo es el proceso creativo? Mental, espiritual y artesano

Sentir es un modo de conocer. Sentir las cortezas me conecta a la naturaleza, a la vida de la que muchas veces me protejo con máscaras y más máscaras superpuestas. Cuando esas máscaras son innecesarias (terapia de por medio), desaparecen y la mente sana. Así, tal y como me contó un amigo, cualquier árbol se sana continuamente dejando marchar (caer) a las cortezas, porque si no se asfixiaría (su savia no podría circular con normalidad). Forma parte del ciclo natural de la vida, que no es otro que el de sanarse continuamente para poder subsistir. ¿Hay mejor símil? Son precisamente esas cortezas caídas las que recojo yo e incorporo a mis collages. Trabajo con los traumas del árbol. Una vez que él los ha superado, me enseña a mí cómo superarlos, cómo hacer ese aprendizaje.

Ya en lo artesano, mi proceso creativo se alimenta de hallazgos fortuitos en los que se vislumbran también procesos mentales que cualquier psicoanalista pondría sobre la mesa emocional del paciente (o artista). De hecho, Picasso, considerado el creador del collage por su obra Naturaleza muerta con silla de rejilla (1912), decía: “Yo no busco, encuentro”; y es ahí donde yo me visualizo a la hora de crear, a la hora de escoger las piezas (papel, cortezas, virutas) y entremezclarlas hasta que, casi por sí mismas, se ubican en el lugar perfecto y, ¡voilà!, la obra ya está terminada.

OTRA FORMA DE CONTAR Y LEER

MR: Dices que es tu forma de escribir historias. ¿Qué te da y qué te quita ese formato visual respecto a otros más convencionales?

IF: Me da libertad, al no tener que ser legible de una manera inequívoca. Todos sumamos a la lectura de una obra, y eso la enriquece y le añade capas de significado.

Pero, sobre todo, me sorprenden muy gratamente los descubrimientos casuales llenos de significado y potencia comunicativa que van más allá de lo meramente explícito o imaginado en primera instancia. Estos encuentros, a veces, llevan mi obra a un lugar inesperado y mucho mejor del que yo les hubiera otorgado desde la racionalidad.

MR: ¿Y cómo son esas historias que narras?

IF: Más allá de lo evidente (las cortezas aluden a las capas protectoras que sumamos a nuestra capa natural, la piel). Mujer Corteza es la materialización de mi descontento, pero también el potencial de la belleza y la posibilidad de la disidencia respecto a lo normativo.

Mi trabajo no busca lo ingenioso ni el efectismo de los castillos artificiales, es más bien un espejo de mi retórica sobre lo real y lo abyecto en la vida, sobre lo trascendente y su potencialidad de generar un cambio en la vida y en la sociedad… Al final, lo importante es el valor simbólico del arte, no su inmediatez de significado, ni su asunción por la moda, ni el posicionamiento en el mercado o, lo que es peor, el pensamiento único al que pueden llevarnos algunos fenómenos. Como diría Hegel, el arte es la “realización del espíritu”, representa a la Humanidad en un momento dado. Y, desde ahí, es importante que sea capaz de reflejar la diversidad.

Mi trabajo habla de la vida, de lo que nos pasa (por la cabeza), de la intrahistoria, como diría Unamuno. Siempre, eso sí, desde la mas absoluta delicadeza y honestidad conmigo misma. No pretendo, no imposto, no busco el éxito, y ese es precisamente mi éxito. Desde ahí es imposible la frustración o el fustigamiento; desde ahí solo es posible el disfrute, que es lo único que me interesa.

MR: Dices que las cortezas te hablan, ¿qué suelen contarte?

IF: Antes de ponerme a trabajar en una pieza, lo primero que hago es esparcir las cortezas sobre una superficie lisa que me permita verlas todas con solo una mirada. Es entonces cuando me pongo con la selección de imágenes en papel que extraigo de revistas, libros, fotografías… (todo reciclado). Normalmente, no tengo una idea preconcebida de lo que busco (acordémonos aquí, de nuevo, de lo que decía Picasso: “Yo no busco, encuentro”) y dejo que mi intuición fluya. Siempre hay alguna imagen que despierta mi interés y que, de alguna manera, quiere ayudarme a comunicar una idea, una preocupación, una filia o una fobia. Es ahí, justo en ese momento, donde echo un vistazo a las cortezas. Sus formas, texturas y colores me van haciendo pequeñas indicaciones, me van generando impulsos, conexiones que acaban dando luz a una nueva vida. Las cortezas aquí no son un elemento meramente decorativo, sino que se integran plenamente en la narrativa.

MR: Llegas a este universo propio con una sólida carrera de comunicación a tus espaldas, ¿te dio vértigo el salto a este abismo artístico? ¿Por qué y cuándo das este nuevo paso profesional? ¿Se integra bien con el resto de tu espectro laboral o es un mundo aparte?

IF: Saltar al abismo, como bien lo llamas, es más una cuestión de lucha contra el ego. No pasa nada por equivocarse, no somos tan importantes; como tampoco pasa nada por mostrar una sensibilidad artística, encaje o no con los dictámenes del mercado o con el gusto de la mayoría. ¿A ti te sienta bien? ¿Te hace sentir mejor? La respuesta a esta pregunta es lo más importante para dar ese salto que no es sino un pequeño paso (insisto, no somos tan importantes).

Yo me dedico a la comunicación desde hace muchísimos años, un trabajo donde la herramienta principal es la palabra. Allá por 2015 sentí la necesidad de hacer algo con las manos, con lo físico y tangible; algo que me permitiera manipular diferentes materiales y plasmar mis pensamientos de una manera plástica. Me apunté a unos talleres de ilustración en Güiken School, y ahí empezó todo. Me sentí muy cómoda en esa nueva proyección de mi misma. Desde entonces, le he dedicado más o menos tiempo en función de mi trabajo de oficina, pero también en función de mi necesidad emocional y del espacio del que disponía en casa. Abandoné esta práctica artística por un par de años, lo retomé con fuerza durante el confinamiento (me ayudó mucho a “respirar”) y ahora me pongo casi a diario con ello, compaginándolo, eso sí, con mi trabajo como responsable de comunicación en una institución pública. Una cosa no resta la otra.

MR: ¿El formato te condiciona el tono: más rompedor, más directo, más visceral…?

IF: El formato condiciona, pero es ahí donde quiero estar: es sutil, natural, ligero, manejable y directo. Imagino que llegará un momento en el que necesite experimentar, romper con lo hecho o llevarlo más allá, y probaré cosas nuevas, formatos distintos, materiales dispares… Por ahora, aquí me quedo.

‘Mujer Corteza’ es una catarsis, la materialización de mi descontento pero también el potencial de la belleza y la posibilidad de la disidencia respecto a lo normativo. Me sorprenden muy gratamente los descubrimientos casuales que me permite, llenos de significado y potencia comunicativa que van más allá de lo explícito 

MR: ¿Qué conexión tienen tus historias con lo literario?

IF: Cuenta Irene Vallejo en su libro El infinito en un junco (Siruela) que en latín, “liber”, que significa “libros“, “originariamente daba nombre a la corteza del árbol o, para ser más exactos, a la película fibrosa que separa la corteza de la madera del tronco”. Y añade que Plinio el Viejo afirmaba que “los romanos escribían sobre cortezas antes de conocer los rollos egipcios”. Desde luego, la conexión es máxima: lo que yo hago con mi trabajo es una forma de escribir, pero las historias son contadas en formato visual en lugar de ser contadas con palabras.

MR: ¿Cuáles son tus referentes artísticos?

IF: Mis referentes artísticos van desde Fritz Lang a F. W. Murnau pasando por Carl Theodor Dreyer, Ernst Lubitsch, Alice Guy, Marcel Duchamp, Pablo Picasso, Federico Fellini, Camille Claudel, Dorothea Tanning, Stanisław Lem, Cindy Sherman, Marisol Escobar y Esther Ferrer, entre muchos otros y otras. Lo que me gusta de ellos es que me espolean y sacuden el polvo que acumulo al vivir en sociedad.

CONFESIONES Y PROMESAS DE AÑO NUEVO

MR: ¿Cuál es tu público ideal?

IF: No hay público ideal, sino sensibilidades distintas que dependen incluso del momento vital de cada uno. Me conformo con que emocione, haga sentir, sirva de espejo o interpele. Sin más.

MR: ¿Qué tres collages escogerías o no venderías nunca? ¿Por qué?

IF: Solo elegiría uno: “yo, 1980. Ella”. Fue el primer collage que hice, allá por 2015, y representa la muerte de mi madre, que aconteció cuando era pequeña. Jamás lo vendería.

MR: ¿Qué recorrido tienen tus collages? ¿Hacia dónde los llevarás en 2021?

IF: Mis collages han formado parte de varias exposiciones colectivas y de varios fanzines desde que regresé al ámbito artístico a finales del confinamiento. Hoy por hoy, estoy a la espera de la resolución de un par de convocatorias que me apetecen mucho, así que crucemos los dedos o crucémoslo todo. Si bien es cierto que la pandemia no ayuda y que tampoco soy muy fan de presentarme a las mismas.

MR: ¿Un deseo, una ilusión y un reto de Año Nuevo?

IF: ¿Un deseo? Una exposición individual. ¿Una ilusión? Recuperar la libertad de movimiento mermada por la pandemia. ¿Un reto? Colaborar con otros artistas o colectivos, hacer algo que influya positivamente en el tejido social.

MR: Mujer Corteza es un repositorio de metáforas infinitas. Una gran alegoría. En última instancia, como Gustave Flaubert, ¿Mujer Corteza, eres tú?

IF: Soy yo, por supuesto. Ya sabes lo que dijo también Flaubert: “Dios está en los detalles”.


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