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ERAN MUJERES Y HACÍAN TEBEOS

Ethel Hays, Nell Brinkley, Ruth Roche, Fay King; y, en España, Consuelo Gil y Lola Anglada. Son todas pioneras, algunas de ellas grandes olvidadas, de la historieta. Este artículo intenta hacerles justicia. Reivindicar el trabajo de los primeros audaces que impulsaron determinadas artes es siempre un acto de justicia y un deber moral, pero cuando se trata de mujeres, resulta incluso más necesario. 

Alberto Ávila Salazar. Foto portada: The Brinkley Girls: The Best of Nell Brinkley’s Cartoons 1913-1940.


 

Dentro del mundo el cómic, desde sus orígenes a finales del siglo XIX, es un lugar común señalar que los historietistas han sido mayoritariamente varones; es una verdad estadística que oculta el trabajo de algunas féminas injustamente olvidadas en la historia del Noveno Arte. Empezaré este listado incompleto con la longeva Ethel Hays, que es probablemente la más conocida y exitosa; nacida en 1892 y fallecida en 1989, se graduó en la Escuela de Arte de Nueva York y obtuvo una beca para perfeccionar sus pinceles en París. Allí le sorprendió la Primera Guerra Mundial y se ofreció voluntaria para dar clases de dibujo a los soldados convalecientes.

Una vez terminado el conflicto, regresó a Estados Unidos, donde trabajó como ilustradora en la plantilla del Cleveland Press, donde empezó a dibujar la sección ilustrada Vic and Ethel. A partir de este trabajo, se centró en comentar e ironizar sobre el estilo de vida de las flappers, mujeres liberadas de los años 20 y 30 del siglo pasado, una generación de jóvenes que acortó su falda, empezó a escuchar música jazz, beber alcohol y fumar cigarrillos que causaron estupor entre sus mayores por su comportamiento inconformista. La estética flapper está indisolublemente unida al trabajo de Ethel Hays y también al de Faith Burrows, menos popular y autora de la serie Flapper Filosofy.

Más recordada como ilustradora que como historietista es Nell Brinkley (1886-1944), una artista autodidacta que trabajó bajo las órdenes de Arthur Brisbane, editor de los periódicos de William Randolph Hearst. La razón por la que su labor en la historieta está eclipsada probablemente se deba a que, antes de que se difundiera la fotografía, se encargó de ilustrar todo tipo de noticias sensacionalistas y juicios. Era prodigiosamente rápida y talentosa dibujando y dejó para la posteridad la Brinkley Girl, un arquetipo femenino muy reconocible que retrataba a una joven de clase trabajadora, activa y perspicaz que casi siempre llevaba los rulos puestos. Llegó a alcanzar tanta fama que las mujeres imitaban los peinados que ella dibujaba y compraban unos rizadores de cabello que llevaban su nombre.

Es inexplicable que Ruth Roche (1917-1983) no sea más conocida. Su papel en el desarrollo del cómic durante la Edad de Oro fue muy notable, ya que dirigió el célebre estudio fundado en su día por Will Eisner y Jerry Iger. Roche empezó escribiendo cómics muy joven títulos como Phantom Lady, Sheena o Queen of the Jungle y para los periódicos guionizó el célebre serial Flamingo ilustrado por Matt Baker.

Sin embargo, su trabajo más llamativo es sin duda Kismet, Man of Fate, que es el primer superhéroe musulmán de la historia. En el ámbito empresarial dirigió uno de los estudios de ilustradores de cómics más importantes de la Historia.

En los años 30 del siglo pasado existían auténticas factorías de cómics en los que se trabajaba en serie (un artista dibujaba rostros; otro, los fondos; otro las manos; otro, entintaba…) para vender el producto a los periódicos. Will Eisner, creador de Spirit y maestro consumado del cómic, se unió en 1939 a Jerry Iger para fundar uno de estos estudios.

Cuando los socios rompieron entró Ruth Roche y es a ella y a su gestión a quien debemos varias historias inolvidables, muchas de ellas de terror, durante los años 50, como Night Screams o Experiment in Terror; no estaban firmadas, pero muy probablemente las escribió o editó junto a Jerry Iger. Cuando la ola de pánico al cómic de terror dirigida por el nefasto doctor Fredric Wertham arrasó la industria, Roche se dedicó al cine de animación.

Culmino el repaso de autoras anglosajonas con el caso más fascinante e intrigante. El de Fay King (acaso un seudónimo, pues en inglés ser pronuncia faking, fingiendo), nació en 1889 y se desconoce su fecha de fallecimiento. Durante las décadas de 1910 y 1920 fue una de las ilustradoras más conocidas de Estados Unidos y su popularidad era comparable a la de Nell Brinkley. Apareció en la película desaparecida The Great White Way (1924) interpretándose a sí misma. Lo extraño de su caso es que abandonó los pinceles y desapareció, simplemente. El último dato fiable que se tiene de su existencia es que en 1954 pagó el funeral del boxeador Oscar “Battling” Nelson, con quien estuvo casada entre 1913 y 1916. Fue una de los primeros artistas de cómics que realizó historietas autobiográficas y sus obras más conocidas con las tiras Mazie y Girls will be Girls.

NUESTRAS PROFESIONALES ESPAÑOLAS

En España también las mujeres han tenido una notable importancia en el desarrollo de los cómics. Sería muy injusto no citar a la cada vez más recordada Lola Anglada (1896-1984), barcelonesa decidida a hacerse hueco como ilustradora y primera artista profesional española de cómicsSus problemas empezaron muy pronto, cuando fue expulsada de la Escuela Llotja porque en aquellos tiempos no era decoroso que una joven retratara modelos desnudos. Amiga personal de Joan Miró, consiguió culminar sus estudios de arte gracias a una beca que la llevó a París.

Fue la única mujer dibujante en revistas como ¡Cu-Cut!, En Patufet, Virolet o La Mainada y quizás su trabajo más encomiable fue fundar una revista dirigida al público femenino, La Nuri (1925), que apenas consiguió sacar un único número. Comprometida con el catalanismo y ferviente antifranquista, fue condecorada en 1981 con la Creu de Sant Jordi en 1981.

En polo opuesto ideológico es imposible no citar a Consuelo Gil Roësset (1905-1995), que empezó colaborando con publicaciones de la zona sublevada como La Ametralladora y Pelayos, y, sin embargo, su instinto como editora le llevó a fundar junto a Juan Baygual la revista Chicos en 1938 , un semanal que originó la Edad de Oro del cómic español.

En esta revista publicó otra pionera dibujante, Mercè Llimona, adaptaciones de cuentos clásicos. La revista Chicos incrustó en el imaginario popular obras tan conocidas como Historia del ingenuo Cocolín, de José Alcaide, y, sobre todo, la clásica Cuto de Jesús Blasco. Posteriormente Consuelo Gil fundó Mis Chicas, la primera y durante muchos años la única revista de cómics dirigida al público femenino

Así termina este pequeño repaso, que no pretende ser académico, pero sí poner encima de la mesa algunos nombres injustamente olvidados.


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