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POE DELIRANDO EN BALTIMORE

En el 170 aniversario de su muerte, Edgar Allan Poe (1809-1849) es mucho más que un redivivo en el sector editorial. Lo constatamos con esta excelente biografía del “hijo de la fortuna”, también en la portada seminal del Sargento Pimienta (1967), lanzada por la editorial El Transbordador, con la profesionalidad que les conocemos, en su colección Gasmask.

Frank G. Rubio


 

El profesor Roberto García Álvarez, oriundo de Oviedo, licenciado en Derecho y Psicología, ha publicado otra monumental biografía, de Lovecraft en la misma editorial y colección, así como títulos sobre masonería y nazismo.

Entre las virtudes de la que nos ocupa no sólo encontramos la ausencia de referencias psicoanalíticas, también el haber prescindido de instancias desmitificadoras excesivas y de la explotación de la leyenda malditista que, sobre nuestro bostoniano accidental, proyectaron inolvidables poetas franceses decimonónicos.

Como el autor de esta reseña no siente afinidad alguna con los neoescépticos, no confundir con la corriente del autor de las Hipotiposis o con Pirrón de Elis, aludiré de manera intempestiva a la carta astrológica de nuestro héroe. Edgar era un capricorniano con ascendente en Escorpio, Luna en Piscis, conjunción del Sol con Mercurio (Casa 3), Marte en Casa 12 y Urano en el Ascendente. Un candidato a finales no muy felices, dotado de capacidades casi mediúmnicas en relación con eso que llamamos “realidad” a la que mejor sería, si fuese posible, otorgar una extensa moratoria referida a su trato. Uno de los Nuestros…

Cuando nació, allá en Boston en enero de 1809, ominosos témpanos de hielo invadieron el puerto. Dos días antes de la muerte de su madre ardió el teatro en el que ésta actuaba y, como consecuencia, hubo numerosas víctimas; el fallecimiento de su hermano mayor fue acompañado de una lluvia de meteoritos… Con razón, este hombre que casi siempre vestía de negro, dijo: “Hay un misterio que planea sobre mi y que no consigo descifrar…”.

SECRETOS SIN NOMBRE

Viajamos en estas páginas por la orfandad, en su caso doble, con su carga de ausencia de cuidados amorosos durante la infancia; el alcohol, que le acompañó desde su adolescencia cuando ingresó en la Universidad para peor transitar, de modo frustrado, a la prevaricación que la sociedad de su tiempo, no muy distinta de la nuestra, denominaba “vida adulta”…  Llegamos a su relación con el bello sexo que vivió, como muchos, bajo el emblema de los espejismos; y, finalmente, alcanzamos su tarea de artesano de la palabra, a la que dedicó como evocador de horrores y secretos sin nombre sus mejores esfuerzos durante décadas hasta que acabó deparándole emolumentos mínimos y condiciones de trabajo canallescas. El reconocimiento post mortem de su talento fue armónico correlato con el enriquecimiento astronómico de sus editores.

Poe nos legó innovaciones definitivas sobre lo fantástico, lo policial y lo macabro, incluso un vasto poema en prosa sobre cuestiones filosóficas que, como mucho de Nietzsche, no ha encontrado aún lectores apropiados. Llegarán cuando ardan los cielos en el Día Final

Caballero de mentalidad y formación, al que la miseria y la democracia ganaron aparentemente la puesta, jamás fue un bohemio como muchos suponen. Murió antes de la Guerra Civil, enfrentado claramente, no por motivos políticos, al establishment literario de su tiempo, practicando la critica literaria y de teatro con gran dureza y acierto. Se trataba de la Era Dorada del periodismo, un concepto inimaginable para nosotros que vivimos el prolongado crepúsculo de esta criatura de albañal. Poeta genial nos legó en el campo del relato innovaciones definitivas sobre lo fantástico, lo policial y lo macabro; incluyendo un vasto poema en prosa sobre cuestiones filosóficas que como muchos trabajos de Nietzsche no ha encontrado aún lectores apropiados. Llegarán, sin duda, cuando ardan los cielos en el Día Final.

Este libro, prologado por un conocedor riguroso de la literatura fantástica como lo es David Roas, recoge meticulosamente los temas citados y muchos más. Familia(s), ausencia, amores, editores, crisis vitales, pánicos, obras, nostalgias, borracheras, derechos de autor y un método deductivo propio. Sus enemigos han dicho de él que como individuo era la encarnación misma de la mentira y la perfidia

Él fue más bien un alma solitaria y marginada que comprendió demasiado pronto que los muertos nunca lo están del todo, como había aprendido de los esclavos africanos, y acabó experimentando en propia carne la impotencia del espíritu femenino, generalmente en forma de idealizaciones y/o frustración, para aligerar, aunque sea tenuemente, el desencanto del mundo.


LO

 

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