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LOS MUNDOS MUTANTES DE ALBERTO MASA

Hace unos meses, LOMagazine daba cuenta del libro de Alberto Masa relatos Días en pijama (Marli Brosgen) y hoy nos hacemos del recién salido Y la lepra en las tapicerías (Marli Brosgen), un poemario impactante e importante. Un giro radical en el universo Masa.

Alberto Ávila Salazar. Fotos: Laura Martínez Lombardía


 

Alberto Masa ha pasado por momentos difíciles. Quizás un poco como todos, en esta época tan lastimosamente interesante que nos ha tocado vivir, pero los momentos duros de Masa se suelen convertir en acrobáticas crónicas de la cotidianidad o en demoledores poemas. Tengo el placer de ser su amigo desde hace muchos años y de haber contemplado, casi en primera fila, su evolución como escritor. Y la lepra en las tapicerías recupera al Masa poeta, que parecía haberse quedado en el limbo, pero que ha vuelto, con discreción, casi sin querer molestar, ofreciendo una tremenda colección de versos. Una poesía más pura que nunca.

Hemos charlado largo y tendido de un libro contradictorio y sincero al límite, que rompe con su trayectoria precedente y, a la vez, la ha llevado hasta su último extremo.

La torrencialidad a la que nos tenía acostumbrados se ha contenido en un escueto centenar de páginas prologadas por Antonio Tocornal. Y la lepra en las tapicerías ofrece el mejor y más puro destilado de su mundo, que cada vez se parece más al de todos. Quizás Alberto Masa ha dejado de jugar, o ha empezado a jugar muy en serio.

A.A.S.: Voy a empezar siendo duro, Alberto Masa, poniéndote en un aprieto. He leído Y la lepra en las tapicerías cuando todavía iba titularse Sed de agua. Siempre me ha parecido que eras un escritor interesante, nunca has tenido un traspiés, tienes libros mejores y peores, sin duda. Pero todos con calidad y un gran lenguaje propio. Sin embargo, este poemario me parece especial, es uno de los mejores que he leído en los últimos años. ¿Qué me dices a eso?

A.M.: He jugado menos y optado por un canon más clásico. Es más ambicioso de lo que suelo ofrecer. En el resto de mis obras (con pequeñas excepciones), prima la intención de jugar, con las vanguardias del XX o lo que podría darse como el resumen de un audio de WhatsApp. Aquí no, he querido que los grandes poetas a quienes debo agradecimiento se encuentren y hablen. Que arreglen algo ellos. Y que lo que arreglen a mí me sirva. Deseo estar alegre. Es lo que me pido constantemente.

A.A.S.: Empezaste con un poemario, Roberto Alcázar, supongo. Y ahora viene otro. ¿Hay un punto y final? ¿Viene otro Alberto Masa?

A.M.: No había pensado en la posibilidad de un punto y final. En cuanto al regreso, se dará si soy capaz. Ahora lo veo difícil. Quizá siempre lo he visto difícil. No tengo respuesta a eso, Alberto. Diría que sí, por llamar al optimismo.

REÍR Y REZAR

A.A.S.: La poesía de Roberto Alcázar, supongo era divertida y cómicamente trágica. El de ahora es, sin embargo, un ejercicio mucho más seco, más convencionalmente poético, menos juguetón y el humor apenas hace acto de presencia. ¿Qué ha sucedido entre estos libros? ¿Qué ha pasado estos años?

A.M.: En este libro, noto, he querido protegerme. No me ha costado demasiado evitar ocurrencias. A eso me he visto tender desde hace un tiempo incluso anterior a Roberto Alcázar, supongo, donde mi entusiasmo era notorio. Este nuevo libro es una respuesta a ello, tiene que ver con eso, pero tampoco sabría definir el porqué de una manera clara.

A.A.S.: Siempre ha habido un Alberto Masa de ficción en tu obra. Pero veo que este Alberto Masa de ficción ahora somos todos. ¿Has decidido dejar de lado este personaje que, sólo en apariencia, tanto se te parecía?

A.M.: He buscado trascender el patio de juegos en que me he involucrado desde el inicio. Quizá me venía demasiado grande la risa. Me generaba destruirme. Siempre he querido ser aceptado.

A.A.S.: Quizás tus lectores echen de menos tu microcosmos, pero yo admiro este macrocosmos que exploras. Aunque haya poemas titulados “Albertita”, “Solipsismo” o “El difunto Alberto Masa”, creo que Alberto Masa no es una celda sino una pista de despegue. ¿Metiéndote dentro de ti mismo has podido salir fuera? ¿Siendo más cerrado te has vuelto más abierto?

A.M.: Los temas que uso son los mismos. En el inicio, he querido desaparecer de la ecuación, pero sigo por aquí, claro. No sé si la evitación del Yo magnifica la sensación de haber conseguido una visión que se apoyase más en la realidad. Me surgía más a mano resultar original, parecía imposible resguardado en una imagen que funcionase de red. Sigo teniendo miedo, creo que cada vez más. Y de eso habla mucho este poemario. De las noticias. De salir de ellas y, no obstante, seguir siendo humano.

A.A.S.: La presencia de la muerte es casi asfixiante, hay hasta un “Réquiem por Fabián García-Miller”. ¿Hay más muerte que vida en esta obra?

A.M.: Es una petición de ayuda que no sabe a qué atenerse y finalmente se atiene a las palabras. Y a vivir. Amigos como Fabián se aferraron a ello. Eso, a veces, me dice más de él que lo que fue su proyecto vital. Y no quiero que sea así. Intento evitar que sea así.

 

He jugado menos y he optado por un canon más clásico. He buscado trascender el patio de juegos en que me he involucrado desde el inicio. Quizá me venía demasiado grande la risa. Me generaba destruirme. Siempre he querido ser aceptado. No sé si están más vivos o más muertos estos versos. Ahora este libro es Houdini atado en el fondo del mar. Sobre todo intento ser coherente. No sé si lo he conseguido”

A.A.S.: Hace unos días hablábamos por teléfono y decíamos que no podremos estar seguros, como escritores, de que al morir vayamos a ser olvidados. ¿Es Y la lepra una respuesta al vacío? ¿Es un grito contra la nada?

A.M.: Reír y rezar. Por tener una vida y por mantenerse en paz. Eso es. Mirar las fotografías de los seres queridos que se han marchado y decirse que todo está bien y en su sitio.

A.A.S.: Tu poesía es vigorosa y sin miedo. Pero, a la vez, la fragilidad que manifiesta tu obra parece más notoria en estos poemas. ¿Podrás aguantar mucho tiempo el espíritu vital y literario de Y la lepra? No te veo repitiendo este libro, ¿temes un callejón sin salida?

A.M.: Si consigo ser un poco más feliz no me importaría estar equivocado. También en el aspecto de continuar activo escribiendo. Mi momento no es, ni de lejos, el mejor. En estos poemas no me he engañado tan fácilmente. Escribirlos me ha servido de apuesta. No sé si están más vivos o más muertos estos versos. Ahora este libro es Houdini atado en el fondo del mar. Si me ayuda a salir a flote anímicamente habré conseguido lo más importante.

“Deseo estar alegre. Es lo que me pido constantemente”, Alberto Masa

A.A.S.: Hay fármacos, psiquiátricos y niebla mental pero no es lo más significativo de estos textos. ¿Has encontrado otra manera de narrar y narrarte?

A.M.: Sobre todo intento ser coherente. No sé si lo he conseguido. Creo que estoy siendo contradictorio en mis respuestas. Pero no sé evitarlo. Tiene que ver con la normalidad. Estos versos son menos excesivos y por eso más rotundos que lo anterior que he hecho.

A.A.S.: Últimamente has escrito libros torrenciales, pero en éste  has sido sucinto, casi esquemático. Es como si hubieras renunciado a la navaja de barbero por el bisturí del cirujano. ¿Ha encontrado Alberto Masa la precisión?

A.M.: No, Alberto, pero algo debo decirte que la sigo buscando.

A.A.S.: No te voy a poner en un brete y no te voy a preguntar por tus contemporáneos. Pero sí solamente decir que, a diferencia de muchos otros, has escrito poesía…

A.M.: He querido verme lejos de esa retroalimentación. Ese querer vivir ansiosamente el presente. No es una excepción que estos versos hayan nacido caducos. Somos los lectores quienes buscamos y encontramos algo. Que así sea y siga siendo, amigo.


LO

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