LECTURA, NATURALEZA Y JUEGO EN FAMILIA

Es el día perfecto para abrir la primera página de este libro, publicado por la editorial Mediterrània, que contiene un amplio abanico de actividades para recrear en familia. Lídia Fraguas, maestra y madre de dos hijos, despliega su imaginación, en plena sintonía con el arte y la naturaleza, para invitarnos a experimentar juntos un escenario creativo de máximo respeto a nuestro entorno. Ideas prácticas y estimulantes que no sobran nunca, que vienen haciendo mucha falta en fechas como éstas, en momentos como los que actualmente vivimos.

Texto y foto de portada: Silvia R. Coladas.


Todavía recuerdo, con horror, un lluvioso viernes de hace muchísimos años, cuando yo trabajaba en una oficina gris y llena de humo, el comentario de una compañera sobre los planes de fin de semana con su familia. Junto a su marido, llevaría a sus hijos pequeños a un centro comercial, a pasear. No sé qué cara puse o qué fue lo que le dije, sí lo que me replicó a continuación por toda respuesta: “Con este tiempo, ¿qué vamos a hacer con ellos?”.

Mayúsculo debió de ser mi espanto si, tras varios lustros, aún recuerdo tan vivamente esta conversación banal, que zanjé con cara de circunstancias y un diplomático silencio. No me correspondía a mí dar lecciones a nadie y menos decirle a unos padres cómo educar, cuidar o entretener a sus hijos durante el tiempo de ocio. Sin embargo, ahora sí me siento legitimada para dar algún consejo bien argumentado y mejor ilustrado, gracias a estos Planes eco en familia de la maestra de educación especial, psicopedagoga y mamá de dos niños, Lídia Fraguas. Porque se trata de una biblia para padres que debería formar parte de todas las bibliotecas domésticas actuales. Y hasta ese punto convencidos hemos quedado de su utilidad como pequeña pero imprescindible herramienta que te puede salvar unas vacaciones familiares como éstas que hoy inauguramos.

¿Y por qué otros motivos, aparte de los pragmáticos más evidentes, esta lectura nos encanta? ¡Por muchísimas razones! La primera, porque nos recuerda nuestra íntima conexión con la madre naturaleza de la que formamos parte y con la que, por desgracia, los niños cada vez tienen menos contacto. Casi desde que nacen, se les coloca un artilugio tecnológico en la mano para que estén entretenidos y no den la lata; así pasan su infancia y adolescencia, conectados a una máquina con la que inician una relación de fuerte dependencia, en lugar de compartir esos momentos inolvidables con sus progenitores a los que alienta esta obra.

La segunda razón por la que invitamos a esta lectura con  alegría es porque todos los planes que propone Lídia apenas suponen gastos sin escatimar, sin embargo, en una educación integral del niño en el total respeto a nuestro planeta, proporcionándole diversión y conocimiento desde el marco de la sensibilidad y la cultura.

Lídia habla frecuentemente de crear recuerdos en familia y eso algo que nos encanta. El período de la infancia es fundamental para conformar nuestra forma de ser futura, la felicidad del niño es el equilibrio mental del adulto y a ella contribuye con sus metodología, de forma sencilla y natural, la autora. Y no, no hay excusas: hay planes para buen tiempo y para días de chaparrón y tormenta; para el campo y para la ciudad; para casas grandes y para viviendas pequeñas. Desde ir de pícnic implicando a los niños en la preparación de esta salida, hasta recolectar conchas, secar hojas, fabricar hoteles para insectos, tener un huerto urbano y cuidar de él, hacer un punto de libro, tener una librería dividida por estaciones con cuentos de verano, primavera, otoño e invierno, cocinar en familia y descubrirles otros países a través de sus recetas, aprender a tejer en un telar, hacer un mandala con piedras y pétalos, leer en familiaTodas las propuestas,  perfectamente explicadas. Y sí, conoceremos a priori algunas de ellas, porque, al fin y al cabo, todos hemos sido niños, pero ¿hace cuánto tiempo no las poníamos en práctica? Quizás no nos haría falta tanto yoga ni meditación… ¡ni siquiera Netflix!, si pasáramos más tiempo con nuestros hijos evadiéndonos de las obligaciones laborales y adentrándonos en su fascinante mundo, compartiendo juegos y aprendizaje. Los peques nos necesitan pero nosotros a ellos, ¡más!

COMUNICARSE: ARTE Y NATURALEZA

Pero la autora no se queda sólo con planes en torno a la naturaleza sino que también nos anima a estimular la creatividad de los niños a través del arte. Y es que ambos mundos están íntimamente relacionados. El arte, que para muchos es algo prescindible en la cotidianidad -nada más erróneo- nos aporta, sin embargo, herramientas para expresarnos, para desarrollar nuestro sentido crítico y, también, de nuevo, para ser más felices. Por tanto, como forma de comunicación innata al ser humano, hay que cultivarla sin demora desde edades tempranas para liberar emociones, desarrollar ilusiones, pensamientos y, a veces, incluso expulsar el sufrimiento.

Los niños disfrutarán de todo esto si los padres les inculcan el interés haciéndoles partícipes del suyo propio. Por ello, el primer paso que nos propone Lídia es irse de museos con ellos, empezar a conocer a artistas y poner así en marcha el espíritu creativo. Para que sepamos por donde empezar, Lídia nos hace su recomendaciones personales (Frida Kahlo, Joan Miró, Mondrian, Hokusai, Pollock…), fundamentando sus preferencias sobre las que más pueden la atención de los pequeños de la casa -recordemos que es psicopedagoga-. También nos enseña cómo los chiquillos pueden emular al artista y convertirse en verdaderos pintores y escultores, dándonos saludables pautas.

Planes eco en familia de Lídia Fraguas nos ofrece más de veinte propuestas y sesenta actividades divertidas a la par que educativas y todas desde una perspectiva ecológica, para disfrutar con nuestros hijos. Desde instrucciones para preparar un rico batido de fresa o confeccionar una bonita bolsita aromática hasta plantear una firme invitación para ir a observar renacuajos, pasando por una orientación a crear pintura abstracta o fabricar una prensa de flores. ¡Ya no hay excusas para no aparcar tabletas y teléfonos móviles y sumergirse en la naturaleza, el arte y la creatividad! Y recordemos, como dijo André Stern, compositor, periodista y asesor educativo, que los niños no distinguen entre jugar y aprender y eso, añado, es sencillamente maravilloso. Este libro ayuda a saber aprovecharlo, a no tener que perder más tiempo maquinando. ¡Padres de todo el mundo, haceos con un ejemplar ya para estas vacaciones!


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