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GRACIAS A ELLOS (LOS LIBROS)

Hoy es el Día del Libro y lo vamos a pasar encerrados. Poco se puede hacer, para la mayoría de nosotros la calle sigue siendo una zona de exclusión. Me asomo a la ventana y la ciudad sigue despojada de presencia humana, como si flotara algo radiactivo en el aire. Vivo en un duodécimo piso y puedo disfrutar de un excelente panorama. Veo los contornos de Madrid, sus límites, hasta donde se recortan los picos de la sierra y se extiende la meseta hasta perderse más allá de la redondez de la Tierra.

Alberto Ávila Salazar. Foto portada:  La venganza de la rosa (Edhasa). Foto interior: Gunner Cade (Penguin Science Fiction)


La vegetación verde e intensa se asoma entre rectángulos de hormigón y ladrillo y el horizonte está tan limpio que parece arrancado de un sueño. Hoy es el Día del Libro, decía, y las calles siguen sin nosotros, apenas se ven automóviles avanzado como enormes animales al borde de la extinción y las pocas personas que deambulan lo hacen temerosas y apresuradas, como si acabaran de cometer un delito.

Una fiesta es extraña cuando no existe posibilidad de reunirte, sin embargo cuando lo que se festeja son los libros puede ser diferente. ¿Qué hubiera sido de mí (de nosotros los lectores) sin ellos? No soy tan macabro como para pensar en una vida entera sin libros, la mera idea me produce terror.

Y sin ellos esta cuarentena, el encierro hubiera sido mucho más cruel y solitario; quizás hubiera sido fácil perder la cordura. Los que no los tienen en casa o los ignoran no han tenido otra opción que hacer cosas tan peligrosas como lanzarse a la arena de las redes sociales, se han integrado en la paranoia televisiva o han dejado la mente en blanco viendo películas o series. Está claro que la cuarentena es dura, pero lo es mucho más sin libros, sin una evasión inteligente y sin el anestésico silencio que envuelve la lectura.

LA LECTURA IRRESPONSABLE

He aprovechado estos días para leer aquellos volúmenes que tenía pendientes, he trasteado en mi biblioteca y visitado a autores que tenía abandonados. He practicado la lectura irresponsable, caprichosa e inconexa. He leído sobre ovnis, filosofía, psicoanálisis y, por supuesto, también novelas. Podría levantarme de la silla y hacer un listado completo de qué autores he leído, pero me agrada demasiado la sutil imprecisión de la memoria, así que estas semanas las recordaré gracias a Sebastian Smee, Michael Moorcock, Cyril Kornbluth, John A. Keel, Roland Jaccard y Jaakko Hintikka. Gracias a todos ellos he dejado un poco de ser yo y he tratado de convertirme en otra cosa.

Hoy no hay fiesta en la calle porque la auténtica fiesta está en casa.


LO

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