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A LA MODA CON EL POLAR FRANCÉS

La novela negra francesa cuenta con una nueva generación de escritores que han sabido reinventar el género y adaptarlo al siglo XXI. Tras el éxito en los años 80 y 90 de Pennac, Pouy o Fajardie, autores como Hervé Le Corre, Olivier Norek o Franck Thilliez le han devuelto al género un lugar privilegiado en las estanterías de las librerías.

Héctor Luesma. Corresponsal en París de Literocio.


Que el género policíaco está de moda en Francia es un hecho confirmado. Según un estudio realizado por el Centre National du Livre sobre los hábitos de lectura de los franceses, el 43% de los lectores galos son consumidores de novela negra. Este interés por el roman noir también se ve reflejado en las cifras de ventas. Según revela otro estudio, realizado por el instituto de estudios de mercado GfK, en 2018 se vendieron más de 18 millones de ejemplares de novela negra en el país vecino. Todos estos datos certifican que el género goza de buena salud al otro lado de los Pirineos.

En unos años en los que parece que la hegemonía de lo nórdico está llegando a su fin, han irrumpido con fuerza una serie de jóvenes escritores galos que han sabido reinventar el género para hacerlo más atractivo a las nuevas generaciones de lectores. Los autores franceses han descubierto un modo diferente de escribir, más visual, una nueva forma de contar sus historias que se acerca más al thriller que al clásico roman noir. Una evolución que los más puristas del género censuran.

“Es cierto que en los últimos años ha aumentado el número de novelas negras publicadas por autores franceses, pero también es verdad que la mayoría de estas novelas han perdido la esencia de la verdadera literatura policiaca”, afirma Olivier Ancel, propietario de L’Amour du  Noir, única librería especializada en novela negra de París (calle del Cardenal Lemoine, 11).

A pesar del buen momento que está viviendo el género, Olivier se muestra escéptico ante esta nueva generación de escritores “que no hacen otra cosa que adaptar un thriller cinematográfico en sus novelas”. Ahora “las novelas cada vez son más largas, lineales, sin sorpresas, nada más empezar a leer ya puedes imaginar el final de la historia. La cultura de la novela policíaca ha desaparecido”, lamenta.

Esta cultura del roman noir la podemos encontrar, según explica Ancel, en los autores franceses de los años 80 y 90.

“En sus novelas utilizan una escritura sorprendente, la trama está tratada de una manera original e inesperada. En 250 páginas la historia está completamente definida, no hay ni un solo cabo suelto. Ahora –reconoce– las novelas tiene 400, 500 páginas, y en la página 200 todavía no ha pasado nada. Falta ritmo, habría que reducirlas a la mitad”.

En los últimos años ha aumentado el número de novelas negras publicadas por autores franceses, pero la mayoría de estas obras han perdido la esencia de la verdadera literatura policiaca, son asépticas y les falta convicción”

Jean Bernard Pouy (Nous avons brûlé une sainte, Gallimard, 1984) o Fréderic H. Fajardie (La nuit des Chats bottés, Éditions Phot’œil, 1977) forman parte de este grupo de escritores pioneros del polar francés, una generación que, “estaba más politizada, más comprometida que la generación actual. Se podía estar más o menos de acuerdo con sus ideas políticas, pero al menos sus novelas tienen personalidad y un compromiso. Hoy las novelas son más asépticas, les falta convicción”, asegura Olivier.

Aún con todo, Olivier se muestra optimista con el género y cree que el polar francés siempre va a tener sus lectores. “No existe un perfil tipo de lector de novela negra. Hay un público joven que busca más las novedades, los últimos thrillers que se acaban de publicar. Y luego hay también un lector más aficionado que busca novelas más específicas, ediciones antiguas, colecciones descatalogadas. Al fin y al cabo, lo más importante es pasar un buen rato, disfrutar con lo que estás leyendo”, afirma.

EL DESPERTAR NOIR

Después de los gloriosos años 80 y 90 del roman noir, el género policíaco francés se fue debilitando. La mayoría de los autores que comenzaron con la novela negra en este periodo, como Daniel Pennac (serie Malaussène, Gallimard 1985-1999) o Tonino Benacquista (La Commedia des ratés, Gallimard, 1991), dejaron el género para explorar otros estilos literarios, consiguiendo de esta forma el reconocimiento de crítica y público.

Tras un periodo de escasez, las novelas de unos nuevos escritores comienzan a volver a captar el interés de los lectores. Fred Vargas (serie del policía Jean-Baptiste Adamsberg, publicada en España por Siruela), Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018, y Hervé Le Corre (L’homme aux lèvres de saphir, Rivages, 2004), consagrado como uno de los mejores autores del género, abren la puerta a una generación de jóvenes autores que han conseguido conectar con un público hasta ahora alejado de la novela negra.

No existe un perfil tipo de lector de novela negra. Hay un público joven que busca las novedades y también tenemos un lector más aficionado que busca novelas más específicas, ediciones antiguas, colecciones descatalogadas”

A nombres como Caryl Férey (Zulú, editado en España por Maeva, 2010) u Olivier Truc (El último lapón, editado en España por Destino, 2013), cuyos libros se pueden leer por toda Europa, hay que añadir el de Olivier Norek (Surface, Michel Lafon, 2019), Karine Giébel (Les Morsures de l’ombre, Fleuve Noir, 2009) o Frédéric Paulin (La guerre est une ruse, Agullo Éditions, 2018).

En este auge del roman noir francés ha desempeñado también un papel importante la producción audiovisual. La emisión de series de televisión policíacas, en las que los guionistas son los propios autores de novela negra (como Franck Thilliez o Niko Tackian), ha hecho posible la difusión masiva del género, y que imagen y literatura se retroalimenten. Novelas de éxito como Maman a tort (Presses de la Cité, 2015) de Michel Bussi se convierten en series de televisión que atrapan al espectador y lo lanzan a los brazos de la literatura policíaca.

Thrillers, roman noir, novela de espías, de suspense, de detectives… las estanterías de género policíaco de las librerías son tan diversas como sus lectores, siendo un fiel reflejo de la sociedad actual y sus peculiaridades.


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